Atrevernos a imaginar y poner en práctica un nuevo modelo socioeconómico distribuido, a partir de: formas de producción P2P y modelos de negocio basados en la colaboración y la inteligencia colectiva; fomentar la cultura de la copia mediante el código abierto y las licencias libres; o el crecimiento y la internacionalización en red; todo ello dentro de un ecosistema regional cooperativo que ponga en el centro a las personas y sus relaciones.


Por @Ricardo_AMASTÉ
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La mejor forma de resolver el paro quizá no sea crear más puestos de trabajo; internacionalizarse puede no implicar necesariamente abrir plantas de producción u oficinas comerciales en el exterior; a lo mejor innovar no es algo directamente proporcional a tener más patentes; probablemente incorporarse a ámbitos productivos emergentes no dependa tanto de importar talento como de propiciar las condiciones para su desarrollo contextualizado en nuestro territorio;… En plena crisis, necesitamos dejar de aplicar las mismas recetas e imaginar y poner en práctica colectivamente nuevos modelos socioeconómicos, en relación a la producción, la gobernanza y la propiedad. Superar la parálisis producida por el desconcierto y atrevernos a mirar más allá, para plantear medidas alternativas, atendiendo a las tendencias emergentes, profundizando en las posibilidades de cambio.

Ante esta necesidad de nuevos modelos, están surgiendo diversas alternativas, algunas más continuistas o en transición, otras más disruptivas, casi todas integrando y desarrollando las posibilidades de conectividad e interacción derivadas del uso de las nuevas tecnologías.

Y probablemente el mayor reto en la actualidad esté en decidir, en elegir qué apuestas queremos hacer. Así, sin caer en maximalismos ni pretender modelos unívocos y asegurando la diversidad y riqueza del ecosistema social, sí debemos optar entre: apoyar(nos en) las diversas tendencias que desarrollan las posibilidades de las redes y relaciones distribuidas e interdependientes entre pares, que potencian la inteligencia colectiva y la producción y gestión de valor común a partir de infraestructuras, recursos materiales y repositorios compartidos; o dejarnos arrastrar por las inercias recentralizadoras basadas en el individualismo y el cercamiento de los recursos públicos-comunes, para el control jerárquico y privatizado de la producción y extracción de valor y renta.

Desde Euskadi debemos elegir entre dar la enésima vuelta de tuerca a un modelo gastado o sumarnos a hacer posible un cambio de paradigma cultural, social, económico y político en base a lo común, lo libre, lo abierto y la filosofía P2P. Un cambio necesario que es mucho más que otra reconversión, ya que debe afectar a los sistemas relacionales-sociales, a la gorbernanza, a la educación, a la propia vida. Un cambio que se apoya sobre (a la vez que propicia) nuevos modelos económicos distribuidos, en base a nuevos sistemas organizativos, productivos y modelos de negocio.

Estamos en un momento de oportunidad para afrontar ese cambio. Hay muchos movimientos a nivel internacional que van articulando redes cada vez más densas y eficientes. Existen proyectos que ya se están concretando a nivel práctico demostrando su competitividad, que pueden servir como ejemplos y casos de referencia (la 3ª Revolución Industrial, el consumo colaborativo, las licencias libres, temas de transparencia y opendata, regiones en transición…). Y lo que quizá es más importante -para que a nivel local esto no sea otra estrategia prefabricada-, en Euskadi contamos con numerosas dinámicas favorecedoras de este cambio y con agentes concretos, activos y conectados con este movimiento global.

A continuación queremos desarrollar brevemente los fundamentos de este posible nuevo modelo socioeconómico; mostrar su potencialidad y competencia a través de ejemplos concretos; contextualizar su posibilidad de desarrollo local; y señalar algunas cuestiones y acciones desde las que empezar a trabajar para conseguir que Euskadi sea, por qué no, el lugar más copiado del mundo.

1.- Hacia un nuevo modelo socioeconómico basado en el P2P

El P2P, más allá de un protocolo de intercambio de archivos digitales, es toda una filosofía sobre un cambio de paradigma en la manera de organizarnos-compartir-producir-conversar en red, de forma distribuida, conectando personas e iniciativas, local y globalmente. Una apuesta por la apertura, la descentralización y el empoderamiento colectivo, que tiene su reflejo en toda una emergente y diversa tipología de iniciativas. Desde nuevas formas de producción y consumo, hasta sistemas de gobierno transparentes y horizontales, pasando por el diseño participativo de procesos sociales, o la puesta a libre disposición de todo tipo de información y conocimiento.

El P2P propone un nuevo modelo socioeconómico basado en las redes y relaciones entre pares, Un modelo que no surge de la nada, sino que hunde sus raíces en prácticas comunitaristas y tiene su referente más cercano en experiencias prácticas como las comunidades de desarrollo de software libre basadas en cuatro libertades: 0.- copia y utilización; 1.- acceso código fuente (programa, patrón, diseño, metodología, manual); 2.- modificación, mejora, derivados y nuevas aplicaciones, remezcla; y 3.- comunicación pública, distribución, explotación. Un modo de hacer que ha desarrollado una ética, la ética hacker, basada en el acceso libre, reproducción y distribución del código fuente -la información y/o conocimiento, ya sea en forma de un patrón, un diseño, una metodología, una programación, un manual didáctico, de cualquier producto, servicio o actividad-, de manera combinada con otros valores como pasión, libertad, conciencia y compromiso social, flexibilidad, creatividad o accesibilidad, además de una actitud ecológica que se resume en la premisa «Ningún problema debería resolverse dos veces». Una ética que pone en el centro a las personas y las relaciones entre ellas y con su entorno; que prioriza el uso sobre la posesión, el entusiasmo sobre la ética protestante propia del Capitalismo.

2.- Otra forma de producir para crear valor común

Las nuevas tecnologías y sus usos han favorecido determinadas dinámicas y formateado nuevas maneras de relacionarnos que están teniendo un gran impacto sobre nuestras formas de producir, tanto en ámbitos inmateriales, ligadas por ejemplo a la creación cultural, el software, la investigación científica o la educación; como materiales, ligadas a la producción de objetos, la robótica, la construcción, la agricultura, la automoción, etc.; superando en todos los casos la tradicional división entre saber-hacer-utilizar-consumir, característica del sistema imperante en la actualidad.

Esto aun sólo parece ser un espejismo para muchas entidades que siguen instaladas en el modelo productivo tradicional y que o no se ven capaces o aun no sienten la urgencia de adaptarse a las formas de innovación y producción en red propias de la economía distribuida. Empresas que han sido y en muchos casos siguen siendo grandes (en muchos sentidos), pero que parecen sumidas en la melancolía, sin saber reaccionar ni poner en valor su conocimiento y experiencia, esperando que el modelo en el que están instaladas termine de agotarse (extinguiéndose con él); al tiempo que ven como son devoradas por ese monstruoso y fascinante BRIC, mucho más ágil para competir a precio en economías deslocalizadas de gran escala y que absorben la innovación sin ningún tipo de prejuicio ni peso histórico.

Pero del languidecer de un modelo surge otro. Así, también hay empresas tradicionales que desde su compleja encrucijada si están afrontando el cambio; y prolifera toda una nueva tipología de organizaciones bajo la lógica P2P; (no sólo) empresas, pequeñas, especializadas, que más allá de la economía de gran escala, se fundamentan en economías de alcance, el principio de la larga cola, de los micronichos, la producción bajo demanda o los mercados localizados; y se centran en dar soporte y servicios personalizados, adaptándose a las necesidades de l*s consumidor*s finales, según las prioridades de las comunidades en las que se enmarcan. Empresas que juntas están definiendo ese nuevo modelo por venir. Arriesgando, probando, muchas veces fallando, pero también acertando, porque vivimos un momento de transición, un tiempo para el prototipado, para aprender unas de(con) otras e ir aplicando-adaptando lo aprendido.

Nuevas organizaciones profesionales que combinan el espíritu empresarial (desde la idea de empresa como tomar la iniciativa, arriesgarse, comprometerse con determinación en un reto que entraña dificultad); con modelos organizativos, de relaciones y de propiedad más horizontales y cooperativos; centradas en remunerar el trabajo y premiar la innovación y la mejora-adaptación continua; y cuyo objeto no es la acumulación de capital, sino la creación y distribución de recursos comunes.

Entidades que superando la producción lineal, el posfordismo y tratando de desarticular la lógica perversa del capitalismo cognitivo; producen en común, colaborativamente, desde la distribución de tareas y el desarrollo de sistemas emergentes, aplicando metodologías de desarrollo ágil y extreme manufacturing; y comparten recetas que copiar, mejorar y adaptar. Desde el conocimiento libre, las redes distribuidas y la alta productividad a pequeña escala en macro-repositorios virtuales comunes, aplicados a micro-entornos de producción y consumo. en torno a un número emergente de espacios de co-trabajo, makerspaces, fablabs, hubs y centros sociales vinculados a la innovación social.

Toda una red de agentes que saben que los medios de producción se están generalizando y haciendo accesibles para todo el mundo; que esto está poniendo en cuestión no sólo ya los modelos de negocio tradicionales, sino lo que es más significativo, las formas clásicas de creación, producción y legitimación a lo largo de toda la cadena de valor; y que para bien (o para mal) ya nada volverá a ser como antes.

3.- No es una utopía, está siendo ya una realidad

Estas nuevas empresas P2P dan cada día pequeños-grandes pasos contribuyendo con sus prácticas, productos y servicios, a que la economía distribuida se constituya como un modelo alternativo al actual, lleno de posibilidades reales.

Así, el modelo se está desarrollando gracias a aportaciones teóricas que cada vez tienen mayor impacto; no en vano en 2009 se concedió el premio Nobel de Economía a Elinor Ostrom por sus aportaciones al gobierno de los bienes comunes, y personas como Yochai Benkler, Don Tapscott, Michel Bauwens, Henry Chesbrough, Chris Anderson, Tim O’Reilly, Rachel Botsman o Pekka Himanen, han ayudado a popularizar ideas como la producción P2P, las wikinomics, la innovación abierta, la cultura crowd, el movimiento maker, el consumo colaborativo o la ética hacker.

Pero sobre todo, cada vez hay más casos demostrativos -quizá aun poco significativos para los indicadores tradicionales con los que medimos las cosas, como el PIB-, pero cuyo desarrollo exponencial hace que ya no pasen desapercibidos. Ilusionantes ejemplos prácticos que son de gran ayuda para visualizar y promover este nuevo modelo y que sea asimilado socialmente de forma generalizada más allá de los círculos expertos.

A partir del caso paradigmático de la comunidad de desarrollo de Linux -que ha hecho que el software libre se vaya imponiendo en sistemas operativos, programas y aplicaciones frente al software privativo-, el modelo productivo P2P se ha ido expandiendo, adaptando y diversificando. Desde algo ya tan habitual en nuestras vidas como la Wikipedia, el mayor repositorio de conocimiento libre creado colectivamente, que terminó con la histórica hegemonía de la Enciclopedia Británica a la vez que con la apuesta de enciclopedia digital de Microsoft, Encarta. Pasando por proyectos relacionados con grandes ámbitos industriales como la automoción o la fabricación de maquinaria pesada como: Wikispeed, el primer prototipo de un deportivo de bajo coste y alta eficiencia energética desarrollado comunitariamente bajo licencias libres y listo para su producción por pequeños talleres locales; u Open Source Ecology, que trabajan en el diseño abierto de 40 máquinas industriales básicas para desarrollo autosostenible de la vida, como un generador eólico, un tractor o una máquina de hacer ladrillos. Y así, un sin fin de casos relacionados con el hardware libre y la producción material como Arduino o la impresora 3D de fabricación aditiva Reprap; con el desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones como guifi.net; con la circulación de una moneda de curso legal, autónoma y de flujo global como Bitcoin… ¡La lista de ejemplos crece a cada momento!

Tanto es así, que incluso todo esto ya está afectando directamente a las políticas de grandes gobiernos o a las estrategias de mercado de corporaciones transnacionales, con el quizá más representativo ejemplo de la mano de los EE.UU., que con informes específicos desde la Casa Blanca y campañas de inversión como We Can’t Wait, están analizando e impulsando con urgencia la manera de adaptarse a este nuevo modelo socioeconómico distribuido y sistema productivo P2P, para mantener su competitividad a nivel global.

4.- De lo que somos a lo que podríamos llegar a ser

Euskadi, como otras muchas regiones que han vivido (y viven) principalmente de la industria, está experimentando un complejo momento de reconversión (uno más tras el de los 70-80) que deberíamos afrontar como un profundo proceso de cambio. Y este proceso debemos y podemos hacerlo a partir de lo que ya somos, poniéndolo en valor a la vez que superamos nuestro cierto acomodamiento, tradicionalismo y autorreferencialidad, para proyectar desde ahí lo que podríamos llegar a ser.

Somos un pueblo de tradición industrial, con profesionales con formación y oficio en campos técnicos (ingenierías, diseño industrial, mecánica, materiales…) y contamos con algunas empresas referenciales, innovadoras, líderes en sus sectores a nivel internacional. Pero también es cierto que en general, institucional y empresarialmente no se ha apostado suficientemente por la creatividad y la innovación (disruptiva), sino que provenimos y seguimos instalad*s en gran medida en una cultura de la calidad, del saber hacer, de la adaptación y la mejora. Este mismo síntoma se da dentro del sistema educativo -base fundamental de toda sociedad-, demasiado rígido y formal, que sigue primando la profesionalidad-empleabilidad sobre otros valores como la autonomía, la curiosidad, el espíritu (auto)crítico, la iniciativa emprendedora, lo colaborativo o el ingenio (base de las ingenierías en las que tenemos tanta tradición curricular). Es cierto que en los últimos años se ha producido cierto giro institucional (para nada suficiente y en muchos casos más retórico que práctico y contextualizado) y han aparecido entidades como por ejemplo Innobasque, que intentan catalizar, potenciar y poner en valor la cultura y las prácticas alrededor de la innovación (ecosistema innovador y Red Vasca de Ciencia Tecnología e Innovación, dinámica del 4º Sector, ecoinnovación, sociedad efisaludable…).

También contamos con un tupido tejido de pequeñas empresas auxiliares y talleres especializados, que han sido dependientes de grandes empresas y ahora tienen que reinventarse ante la desaparición o deslocalización las mismas. Una oportunidad para experimentar con otros modelos de interdependencia, colaboración local-internacional o generación de proyectos bajo una propiedad común.

Por otra parte, tenemos a nuestro favor una importante tradición cooperativista, con numerosas empresas agrupadas en Konfekoop, que emplean a más de 56.000 personas; destacando el caso paradigmático de la Corporación Mondragón, referencia internacional que está en pleno proceso de redefinición tanto de sus mercados y actividades, como de su propio modelo cooperativo. A esto se suma un importante movimiento alrededor de la economía y la innovación social, desde la economía alternativa y solidaria articulada a través de REAS o empresas de inserción sociolaboral desde Gizatea y EHLABE. Todo esto hace que haya una conciencia del trabajo como elemento de transformación y cohesión social, más allá de su convencional función asociada a la producción de valor económico.

Y lo que quizá es más importante, Euskadi tiene una sociedad civil con iniciativa, con movimientos sociales muy activos, comprometidos con el desarrollo de bienes comunes, vinculados a la ecología, al auzolan, al feminismo, al euskera, a la participación ciudadana o la vida política. Una sociedad que está experimentando una importante e ilusionante nueva fase de apertura y convivencia, tratando de afrontar colectivamente nuestros conflictos, superando un largo y traumático periodo de violencia que nos ha separado y enfrentado, que ha monopolizado la agenda social y política durante demasiado tiempo.

Además, ya contamos con muchos grandes y pequeños agentes de todo tipo, inmersos en estas dinámicas, investigando y elaborando propuestas prácticas. Casos como ESLE, MIK, Irekia, Las Indias, ColaBoraBora, guifi.net, BilbaoMakers, Arteklab, Hackelarre, GoteoEuskadi, BasqueOSE, Cibersity, Conexiones Improbables, APTES, Farapi, NER Group, Arbela, Shareak, mecambio, EHNE, Katilu, Desazkundea, Ekoliderrak, Bagara, Zaramari, Tabakalera, Aprendices, Lan Irekia, Blogariak, Wiki-historias, ÚbiQa y un largo etcétera. Y personas que desde la administración, el entorno privado y la sociedad civil, ya tienen en su adn o se están acercando al P2P, con capacidad para articular y dinamizar el proceso de cambio hacia un modelo socioeconómico distribuido.

Estamos preparadas para dar el salto pero tenemos que atrevernos a imaginarlo y ponerlo en práctica. ¿Que pasaría si las fábricas auxiliares de automoción se juntasen para fabricar conjuntamente un coche de propiedad compartida? ¿Podrían jóvenes ingenieras, estudiantes de FP y trabajadores en paro crear juntas maquinaria industrial de bajo coste? ¿Pensamos en cómo crear e instalar generadores que además de incrementar la producción de energías renovables, reduzcan significativamente nuestra factura eléctrica? ¿Podría la Bienal de Máquina Herramienta coger un nuevo impulso gracias a las sinergias con el movimiento Maker? ¿Nos sumamos a una manera de construir infraestructuras de telecomunicaciones distribuidas y en manos de la sociedad civil? ¿Qué pasaría si pensamos en los patrones, troqueles y sistemas de control numérico como todo un ecosistema de diseño y reproducción libre y abierto? ¿Podemos hacer que la relación entre productores locales del sector primario con comercios y grupos de consumo de proximidad se generalice? ¿Queremos practicar nuevos modelos de consumo colaborativo para el uso del coche, de electrodomésticos, de la vivienda, de herramientas, de productos culturales…? ¿Qué surgiría de la combinación entre empresas y comunidades de software libre y las empresas y comunidades alrededor del euskera? ¿Nos atrevemos a repensar al red pública de escuelas, bibliotecas, centros cívicos, polideportivos o casas de cultura para adaptarlas a nuevas necesidades y formas de estudio, trabajo, ocio, más flexibles y polivalentes? ¿Pueden la banca ética, el crowdfunding, los prestamos P2P, las comunidades autofinanciadas, las monedas locales o las distintas formas de economía no-monetaria jugar un papel fundamental en el desarrollo de este nuevo modelo socieconómico?

5.- Así que…

Este artículo ya se está alargando demasiado y no queremos caer en la retórica, por lo que para terminar vamos a lanzar algunas propuestas sobre cómo avanzar estratégicamente hacia esa idea de Euskadi como el lugar más copiado del mundo.

  • De las patentes cerradas a las licencias libres: Las patentes se han impuesto como uno de los indicadores para medir la innovación de manera homologada, cuando no son más que una cárcel para la misma. La idea de proteger-cerrar el conocimiento para extraerle valor se está demostrando cada vez más fallida, ya que su cercamiento impide su desarrollo colectivo (el desarrollo privativo no sólo está resultando insostenible económicamente, sino que está haciendo que muchos productos y servicios dejen de ser competitivos frente a los que se están desarrollado de manera abierta). Y en todo caso, cada vez resulta más complicado poner puertas al campo, ya que los acelerados avances tecnológicos hacen que cada vez sea más difícil proteger el conocimiento de su copia y distribución (o la inversión necesaria para hacerlo no resulta rentable). Pero para funcionar en abierto es necesario todo un cambio de mentalidad, desaprender y salir de la lógica competitiva en que estamos inmersos, para desarrollar una lógica cooperativa -que va mucho más allá de la forma jurídica-, basada en compartir, intercambiar y crear colectivamente. Abrir el código pensando no sólo en que nos pueden copiar, sino en lo que mejoraremos gracias a las aportaciones de los demás al copiarnos, y todo lo que a su vez nosotras podremos copiar también. A nivel práctico es necesario promover el desarrollo y uso generalizado de licencias libres, cada vez más diversificadas y adaptadas, con distintas características, posibilidades y restricciones según su aplicación. En este sentido debemos ser conscientes de que Euskadi históricamente no se ha caracterizado por sus grandes innovaciones, sino más bien, reconozcámoslo, hemos copiado, adaptado y mejorado. Desde la copia también se genera innovación (incremental) y eso lo hemos sabido hacer muy bien… Pero renegamos de esa cultura de la copia, no nos atrevemos a dar el salto hacia lo abierto y nos seguimos aferrando a las patentes cerradas, cuando ahí tenemos muy poco que ganar. Así que ¿por qué no reconocer, poner en valor y fomentar nuestra cultura y economía de la copia en vez de renegar de ella?… Esa apuesta por un cambio de modelo alrededor de lo común, libre y abierto es la base del argumento que da título a este artículo y donde en todo caso se encuentra la posibilidad de una innovación radical.
  • Nuevos modelos de negocio basados en lo común, libre y abierto: Uno de los principales retos de la economía distribuida a nivel internacional es encontrar formas de monetizar las prácticas para hacerlas sostenibles y perdurables en el tiempo, para que además de ser parte fundamental de la economía informal, también puedan serlo de la formal. Precisamos de nuevos modelos de negocio basados en la rentabilización de la abundancia de bienes comunes producidos colectivamente -un ‘exceso’ de producción que genera muchas contradicciones dentro de un sistema de mercado tradicional basado en la escasez (una malentendida relación entre oferta y demanda que devalúa el trabajo en vez de valorizarlo y nos autoprecariza como productores)-. Y estos modelos de negocio los estamos inventando-definiendo sobre la marcha, poco a poco, pero necesitamos que cojan cuerpo y se diversifiquen con mayor rapidez, del mismo modo que lo están haciendo los modos de producción y consumo. Para ello hay que dedicar tiempo y recursos a la investigación y definición de modelos de negocio específicos y su aplicación y experimentación práctica sobre el contexto mediante experiencias piloto. Es necesario apostar por grupos de investigación interdiciplinares (personas del ámbito de la economía, el derecho, la sociología, la empresa, la creación, la filosofía…), combinando el conocimiento teórico, con el técnico y con el derivado de experiencias prácticas reales. Así que ¿por qué no sumarnos desde Euskadi a esa apuesta por el desarrollo de los tan necesarios nuevos modelos de negocio y ser así partícipes de la emergencia de este nuevo paradigma P2P?
  • Red distibuida vs crecimiento centralizado: Queramos o no, nuestro tejido productivo está compuesto en gran medida y de manera creciente por estructuras nano-micro. Algo que pudiéndonos parecer un problema de escala podría terminar por ser una ventaja competitiva, si consiguiéramos aumentar la conectividad entre agentes, a la par que su grado de especialización, capacidad de adaptación y agilidad para entrar y salir de distintos ámbitos. Para ello, debemos atrevernos a pensar en el desarrollo del tejido económico como en una red distribuida, no basada única ni principalmente en el tamaño de los nodos-agentes, ni en su forma jurídica, sino en la densidad de la red y las relaciones de confianza entre nodos; en la especificidad, calidad, diversidad, innovación de sus proyectos; y en la capacidad de activar las conexiones-agenciamientos temporales, y conectar (otras) realidades. Probablemente no se trate tanto (o sólo) de tener unas cuantas empresas tractoras, sino de muchas organizaciones dinamo. Así que ¿por qué no empezamos a pensar en la dimensión como algo más vinculado a las conexiones que al simple tamaño?
  • Internacionalizarnos sin salir de casa: La globalización basada en la deslocalización de la producción, permitida por los transportes baratos gracias a la sobrexplotación de combustibles fósiles, está dejando, no ya de tener sentido (nunca lo tuvo), sino de ser sostenible. Las prácticas P2P de código abierto abren una nueva perspectiva para la internacionalización (otro de los mantras de la economía productiva en la primera década del sXXI) en muchos ámbitos de la producción, potenciando dinámicas de grupos pequeños a escala global. Estamos encaminándonos hacia un modelo donde, lejos del proteccionismo y de mercados cerrados, se trata de abrirnos completamente. Internacionalizar de forma deslocalizada y distribuida la creación, el diseño, la producción de conocimiento y su puesta en valor a través de repositorios virtuales de uso común; mientras que la producción material y el consumo se enraízan y adaptan a prácticas y mercados locales. En definitiva, un modelo de internacionalización que relocaliza la economía y retoma el sentido de su acepción original: administrar la casa. Así que ¿nos paramos un momento a pensar qué tiene sentido internacionalizar, qué relocalizar y cuáles podrían ser otras posibles formas de internacionalizar(nos)?
  • Un ecosistema regional cooperativo basado en las personas: Un nuevo modelo socioeconómico necesita de una nueva forma de planificar el desarrollo del territorio, terminando con la competitividad entre ciudades-regiones, para pasar a una fase de colaboración y complementariedad de nodos en red. Para ello deberíamos plantear la transición de los territorios-marca (principalmente ciudades), con modelos de gobernanza corporativos que entienden a la ciudadanía como fuerza de trabajo y las periferias como no-lugares subordinados para sus grandes infraestructuras y externalidades; hacia un ecosistema regional, inclusivo y equilibrado, entendido como un rico entramado rurbano, en el que se recupera la escala humana y la armonía con la naturaleza, se integran espacios para el trabajo y la vida, y tienen lugar distintos y complementarios tipos de actividades, industrias y servicios. Un territorio, que si quiere ser inteligente, innovador y creativo, debe apostar definitivamente porque en primer lugar lo sea su ciudadanía, poniendo en el centro a las personas, potenciando su iniciativa, sus intereses y capacidades. Para que esto se de en Euskadi, es necesario un cambio radical en las políticas públicas y las relaciones inter-intra-institucionales; yendo más allá del provincianismo autorreferencial, a través del dialogo, la cooperación y la articulación de planes conjuntos que hagan por superar barreras y fronteras (físicas, mentales y administrativas); aumentando las sinergias entre administraciones, imaginando nuevas formas de interdependencia y reciprocidad, sabiéndonos parte de un todo. Así que ¿nos ponemos de una vez a trabajar de verdad en común para hacer posible un territorio de oportunidades distribuidas que nos beneficien colectivamente y generen riqueza para todas?
  • El tiempo de lo co- y lo crowd: Un modelo socioeconómico P2P se basa en la colaboración entre personas para la identificación y resolución de retos comunes, desde la inteligencia colectiva, la co-creación y la producción cooperativa entre iguales. Se trata de pensarnos como una multitud que pone en valor a los individuos que la componen, desarrollando su libertad y autonomía en interdependencia, dentro de una o varias comunidades: desde el liderazgo distribuido, las normas negociables, distintas formas de implicación y niveles de compromiso, o atendiendo al flujo y la gestión equilibrada de capitales (financiero, simbólico, relacional, técnico, ecológico…). Para conseguirlo son necesarios espacios, procesos y metodologías que favorezcan la interacción y la colaboración. Espacios físicos y digitales de co-working, hackspaces o fablabs, renovadas bibliotecas, centros cívicos y espacios sociales, todo ello conectado con colegios, centros de formación profesional, universidades, con otros polos de conocimiento formal e informal, con empresas y comercios, con los medios de comunicación, y sobre todo, con la vida ciudadana en la calle. Lugares donde entrenarnos para idear, adaptar y documentar prácticas abiertas, a partir del encuentro y la conversación, de la hibridación y la remezcla, del aprendizaje y el conocimiento compartido, de la generación de prototipos, de la prueba-error, de la interconexión de lo micro con lo micro y con lo macro, dejando espacio para lo caótico, lo emergente, el deseo, lo inesperado, lo emocionante… Decir que queremos colaborar es sencillo, pero no nos resulta tan fácil ponerlo en práctica. Así que ¿nos esforzamos por contravenir años y años de educación competitiva, para redescubrir el potencial positivo de colaborar?
  • No hay producción sin reproducción: Aunque este artículo está centrado en la dimensión productiva del desarrollo de un nuevo modelo socioeconómico P2P, no debemos olvidar en ningún momento, que el sistema de producción debe estar subordinado al desarrollo de una vida que merezca la pena ser vivida. Por eso, no queremos terminar sin señalar que no se trata de cambiar para que todo siga igual, sino que esta debe ser ante todo una oportunidad para abandonar nuestro frenético y patológico ritmo, afrontar una distribución justa del tiempo de trabajo y la distribución de tareas, y atrevernos a poner en juego definitivamente los afectos y cuidados, la ayuda mutua y los desahogos sin los cuales es imposible imaginar una vida en común. Todo eso que lleva años susurrándonos la economía feminista y que seguimos sin querer escuchar, porque sólo reaccionamos cuando nos gritan. Así que, pensando en que el orden de los factores sí altera el producto y sin que una cosa quite la otra, sino que al revés, probablemente la potencie ¿nos atrevemos a pensar en nuestro modelo productivo anteponiendo la afectividad a la efectividad?

6.- ¿Por dónde empezamos?

Todo este movimiento de cambio ya está en marcha, lleva tiempo sucediendo y quizá es el momento para tratar de articular(nos) mínimamente y buscar cierta incidencia en la sociedad en general, en las políticas públicas y en los debates sobre modelos de productividad y competitividad a adoptar en este momento de crisis.

Para ello lo primero podría ser identificar-mapear los agentes implicados en Euskadi en estas cuestiones: las entidades con posibles competencias; y redes y planes a nivel internacional con los que engarzarlo. Un proceso para reconocernos, para debatir puntos de vista, para federar ilusiones, capacidades complementarias, recursos, y así poder pensarnos en común. Un tiempo para poner a prueba algunos prototipos en ámbitos diversos, que nos sirvan para, desde la reflexión en acción, ir dando pasos prácticos en el diseño e implementación de este nuevo modelo; socializar las experiencias, aprendizajes, aciertos y fallos, y generar transferencia.

En definitiva, crear un marco que dote de sentido las relaciones y el trabajo en común, buscando una incidencia y visibilidad articulada, tratando de evitar el riesgo de que en la efervescencia del momento, cada agente (por unos motivos o por otros o simplemente por inercias) intente centralizar intereses. Porque la única manera de pensar y crear un modelo socioeconómico basado en lo distribuido, es hacerlo de forma distribuida.

Así que ¿nos atrevemos a juntarnos, imaginar y practicar en común, el cambio estratégico de modelo de producción hacia una economía distribuida que nos permita pensar en Euskadi como el lugar más copiado del mundo?

7.- Algunas referencias para tirar del hilo

Existen numerosas referencias para aproximarse a la filosofía P2P, los modelos socioeconómicos distribuidos y sus formas de producción, gobernanza y propiedad. A continuación y para cerrar este artículo de forma abierta, os invitamos -además de a adentraros en las profundidades de ColaBoraBora, donde trabajamos alrededor de todas estas cuestiones a través de iniciativas como Hondartzan, una comunidad de práctica alrededor del procomún y las prácticas colaborativas; GoteoEuskadi, una red social de financiación colectiva y colaboración distribuida; Opentzaileak, una caja de herramientas para producir en abierto; o CopyLove, una investigación sobre afectos cuidados y procomunes invisibles-, a visitar una serie de links desde los que poder profundizar en esta ilusionante oportunidad de transformación en la que todas podemos ser protagonistas:

Un texto escrito por Ricardo_AMASTÉ en abril de 2013, en el marco de reflexión en acción desarrollado desde ColaBoraBora, en relación al procomún, el conocimiento libre y el código abierto, las prácticas colaborativas y la filosofía P2P, para avanzar colectivamente hacia un modelo socioeconómico distribuido.

Tanto el texto como las imágenes (salvo las indicadas a continuación), son una producción realizada desde ColaBoraBora y puestas a disposición de quien quiera utilizarla bajo una licencia Creative Commons CC BY 3.0 Reconocimiento, Compartir igual.
La imagen sobre la impresorar 3D RepRap es obra de Lauren van Niekerk (se señala la posibilidad de libre uso, pero no hemos encontrado especificaciones).
WIKISPEED_Modular manufacturing es obra de dgray_xplane, ha sido tomada de Flickr y tiene licencia CC BY SA 2.0.