Una aproximación a una documenta que se ha articulado como un ekosistema procomunal desde el sur global, que ha intentado poner los medios de re-producción al servicio de les creadores, que ha querido invitarnos a compartir tiempo e ideas, a encontrarse y conocerse, a mantener conversaciones informales, a aprender y divertirse con otres. Un acercamiento a una propuesta artística colectiva y colaborativa, desafiante y pluriversal, experiencial y vivencial, compleja y problematizadora, que nos deja rumiando preguntas para el después.
Texto: Ricardo_AMASTÉ
Imágenes: Ricardo_AMASTÉ y Saioa Olmo
Publicado originalmente en Poliédrica el 23 de setiembre de 2022
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Sin darme cuenta, Kassel es el lugar del mundo al que más veces he viajado. Seis veces en los últimos veinticinco años. Antes de ir de nuevo, repasé la reflexión que desde ColaBoraBora hicimos sobre la documenta anterior en 2017. La titulamos Un arte más allá del arte, que nos haga sentir que algo puede acontecer y en ella, apelábamos a un arte plural, abierto, mutante, muchas veces invisible, menos dependiente e instrumentalizado por lo curatorial, que nos convoque a jugar en común, para componer en tiempo real otras posibilidades.
La elección de ruangrupa como equipo ¿curatorial? para dar forma a esta decimoquinta edición, ya nos invitaba a proyectarnos en la dirección de aquellos anhelos. Por ser un grupo de artistas (y más) que hace de lo colectivo-comunitario una de sus razones de ser y su principal material de trabajo. Por trabajar desde o a través de las prácticas artísticas, pero sin que lo que se produzca sea algo necesariamente reconocible como arte. Por su carácter contextual y red-lacional, operando de forma interrelacionada con otros ámbitos como lo educativo, lo económico, lo político, lo social. O por su consciencia como agentes subalternos y periféricos, que desde el sur (geográfico y epistemológico), no han pretendido ser reconocidos-admitidos-asimilados por quien les invita desde el norte hegemónico, sino que han intentado poner en juego esas-sus otras voces y prácticas, que sumar a la olla común. Una propositiva apuesta por activar situaciones y sostener conversaciones, muchas veces complejas y complicadas, con quien esté dispueste a problematizarse.
Lumbung: un ekosistema procomunal
La propuesta de ruangrupa se ha articulado en torno a la palabra-idea-práctica indonesia lumbung, que nombra al granero de arroz comunal, donde se almacena el excedente de la cosecha, en beneficio de la comunidad. El lumbung permite la generación de una economía solidaria, el fortalecimiento de los lazos comunitarios de apoyo mutuo, la gestión compartida de recursos y su distribución equitativa. Una práctica anclada en lo local, que para esta documenta 15 amplía su red-ekosistema a lo inter-lokal y suma principios como el humor, la generosidad, la independencia, la transparencia, la regeneración o la frugalidad.
Desde el inicio, la estrategia de ruangrupa se ha basado en desplegar la lógica lumbung en todos los ámbitos de conceptualización, gestión, producción, mediación o comunicación de documenta 15. Esta lógica genera (y es generada por) otras subjetividades y otras prácticas, que también se encarnan en otras lenguas y lenguajes (que para hacerse más comprensible, recoge parte de su terminología más significativa en un glosario). Una lógica que intenta ser distinta a la que predomina en el “arte internacional” representativo de lo instituido en nuestras democracias-mercados capitalistas globalizados.
El qué es el cómo: un laboratorio de gobernanza colaborativa
Uno de los focos de acción-transformación se ha puesto en la forma de gobernanza de la propia documenta, buscando un modelo colaborativo, orgánico, distribuido. Esto puede percibirse por ejemplo en la proliferación de reuniones y asambleas (majelis) para ir dando forma al programa de actividades o para la asignación de recursos que compartir, posibilitando que parte de los medios y condiciones de producción estuviesen en manos de las propias participantes (quizá esta sea una de las razones por la que esta edición se dice que ha sido ¡la primera! en que les artistas han tenido honorarios por su trabajo en documenta). Pero sobre todo, ruangrupa ha abierto y distribuido la responsabilidad artístico-curatorial a todo un ekosistema (de agentes colectivos repartidos por todo el mundo y con prácticas diversificadas pero ligadas a esa lógica procomunal), lo que ha multiplicado las agencias, invitaciones y colaboraciones y ha descentralizado el control, las decisiones o el presupuesto. Todo ello ha propiciado un marco de posibilidades generador de abundancia, facilitador del intercambio de conocimiento y experiencias, del compartir recursos y la co-producción de proyectos colectivos generadores de procomunes, como los que se recogen y compostan en lumbung knowledge (infraestructuras, metodologías, procedimientos, procesos de trabajo…).
También es cierto que, en momentos de crisis diversas como las que ha habido (desde las acusaciones de antisemitismo que están mediatizando de forma significativa esta edición, hasta los conflictos laborales/filosóficos con les mediadores sobat-sobat hasta los conflictos laborales/filosóficos con les mediadores sobat-sobat —algo sobre lo que entre otras cosas se reflexiona en el artículo de Carlos Almela ¿documenta como esciuela?—, este modelo de gobernanza ha desbordado y tensionado a la institución y la capacidad de respuesta del propio ekosistema. Esto está suponiendo mucho desgaste, pero también está resultando un ejercicio muy interesante para analizar y aprender sobre cómo se desarrolla-gestiona-¿resuelve? cada situación: desde las consecuencias que tienen estas tensiones y los límites que se dibujan, hasta los diferentes sesgos-miedos-conflictos-convenciones-poderes-contradicciones que ponen sobre la mesa. Y también son interesantes por las potencias transformadoras que se desencadenan, más allá de cada situación, si somos capaces de habitarlas.
Espacios-situaciones re-productivas y relacionales
Otro aspecto significativo para entender los fundamentos sobre los que se apoya esta documenta 15, es el uso simbólico y funcional que se ha hecho de los espacios. Usos distintos a los de otras ocasiones o que dan continuidad y profundizan en intentos que ya se habían hecho en ediciones anteriores, pero que no habían terminado de funcionar (quizá por haber sido más gestos episódicos que propuestas instituyentes como pueden serlo en esta ocasión).
En el antes, al activar el proceso colectivo de trabajo, ya se estableció la ruruHaus en Kassel como punto de referencia, como lugar encuentro local, sala de estar y laboratorio de trabajo. Y durante los 100 días que dura documenta como evento abierto al público, funciona como primera puerta de entrada, como lugar de acogida, que además cuenta con su propia agenda de actividades, Este espacio es un buen reflejo del carácter dinámico, procesual, cambiante, que esta documenta tiene y quiere trasladar como rasgo significativo a quienes la visitan, invitándoles, no tanto a verla, como a experimentarla y vivirla.
Los espacios emblemáticos de documenta, centrales y habitualmente más visitados en torno a la Friedrichsplatz —como el Fridericianum o la documenta Halle—, en esta edición, en lugar de albergar las exposiciones de formato más convencional en este tipo de grandes eventos (que en esta ocasión se han visto desplazadas a la periferia fabril de Kassel, en Hafenstraße 76 o Hübner areal), se han convertido es espacios activos de producción y reproducción.
En la propia Friedrichsplatz —que por ejemplo en la edición 14 estuvo ocupada por una gran reproducción libresca del Partenón ateniense—, esta vez se encuentra ubicada una pequeña carpa de campaña, Tent Embassy, celebrando los 50 años de resistencia desde que les activistas de las Primeras Naciones acamparon bajo una sombrilla de playa frente a la Casa del Parlamento en Canberra, Australia. Un proyecto que desde el centro de la plaza, desde el centro de Europa, pone en el centro el discurso, las luchas y las prácticas decoloniales, que tan importantes son y de tantas formas aparecen en esta documenta. Lo decolonial en primera persona, desde les colonizades y neocolonizades del sur global, sin mediaciones exotizantes o edulcorizantes, enfrentándonos de forma cruda a nuestro yo eurocéntrico y logocéntrico, colonizador, racista y patriarcal, que queramos o no, sigue viendo al “otro” como al bárbaro, al que en el mejor de los casos, incluir o tolerar.
El Fridericianum funciona como la Fridskul (ver vídeo aquí), una especie de escuela, de espacio abierto, de encuentro, aprendizaje y trabajo, de depósito de recursos compartidos. El granero del lumbung se materializa aquí para almacenar y poner en juego la “cosecha” de esta documenta. En las tripas del Fridericianum -—aunque de manera no perceptible para les visitantes—, les artistas viven, duermen, cocinan, hacen fiestas y trabajan juntes, trasladando al museo su vida cotidiana. En las zonas del museo que si son visitables, donde más evidente se hace este carácter re-productivo es en la planta baja, donde, una de las alas del edificio funciona como una especie de gran mapa expandido y transmedia para sumergirse en lo que propone esta documenta (a través de esquemas, juegos, publicaciones, espacios de trabajo y encuentro, prototipos y piezas en proceso…). El otro ala está ocupada por RURUKIDS (ver vídeo aquí), un espacio que invita a bebés, niñes, adolescentes, a aprender y descubrir el arte a través del juego, la creatividad y la exploración. Para nosotres, que hemos ido a Kassel con Aiuri, que acaba de cumplir un año, esta propuesta resultó estimulante y significativa, pero a la vez evidenciaba la realidad de que los espacios-eventos de arte no están pensados para dirigirse a la infancia como público activo y soberano, sino que la obvian y excluyen (incluso en el conjunto de esta documenta 15, la RURUKIDS no deja de ser casi una isla o una excepción que, junto a algunas otros detalles y procesos de trabajo previos —por ejemplo con colegios para realizar talleres participativos—, confirma la regla).
En la documenta Halle —que ha modificado su acristalada entrada habitual, para transformarse en un oscuro pasadizo—, entre una pista de skate, un supermercado transgénico, un cine ugandes con películas de ultrabajo presupuesto o un mural con instrucciones para dar pasos adelante, puede encontrarse otro de los proyectos más significativos-metafóricos-utilitaristas de esta documenta: la imprenta. Lumbung Press es una imprenta offset propuesta y gestionada colectivamente por miembros del ekosistema lumbung, donde los artistas y colectivos pueden imprimir y encuadernar sus publicaciones. Una forma de poner los medios de re-producción y comunicación al servicio de les creadores. Una lógica que se extiende a otros medios y canales experimentales como: la propia estrategia de publicaciones (un catálogo-manual, una guía de recorridos para hacer en familia, una revista sobre la práctica del lumbung y una antología de relatos editada de forma colectiva en distintas lenguas y lugares), unida al vínculo con editoriales independientes; el kiosko o la galería para la distribución y venta de productos u obras de forma regenerativa y no especulativa; una radio comunitaria abierta en línea, compuesta por una red interlokal descentralizada de distintas radios y prácticas de audio, que transmite 24/7, con contenidos multi-idioma, música y arte; o la plataforma social libre y abierta, lumbung.space, que funciona como una sala de estar digital para el ekosistema lumbung, para facilitar la relación y el trabajo deslocalizado, así como la publicación y documentación de lo que va sucediendo.
Fuera de la documenta Halle, en sus campas anexas, se ha cultivado un palan orgánico, una huerta bengalí que alimenta un pak ghor, una cocina-sala de estar de la familia. Una zona común al aire libre, en la que cada día se cocina y se invita a juntarse alrededor de la mesa, para compartir comida, historias, momentos, a partir de las recetas-vivencias aportadas por residentes inmigrantes en Kassel.
Este palan-pak ghor sirve como nexo con todo el programa artístico que se desarrolla en el gran parque Karlsaue y en la ribera del rio Fulda. Este programa, además del interés que para cada quien puedan tener las distintas propuestas artísticas, pone en valor la dimensión natural y el urbanismo e infraestructura verde de Kassel. Esta documenta hace una especial invitación a caminar, a perderse, a transitar los límites entre ciudad y campo, por zonas de tierra inundable no edificable, jardines más o menos agrestes, huertos comunitarios, periferias con nuevos usos y usos informales… Desde una zona de compostaje al sur, en la que promueven las agencias humanas y no humanas; hasta un escenario sobre el Ahne (afluente del Fulda) en el Nordstadtpark; pasando por el embarcadero de Bootsverleih Ahoi, que ha transformado parte de su terreno en un patio de recreo imaginario. Un recorrido que nos lleva también a explorar, a través del proyecto Eine Landschaft, la zona periurbana al este de Kassel, para descubrir el paisaje y el conocimiento local y encontrarnos con formas de vida alternativas.
Accesible más allá de la accesibilidad
Esta documenta 15 quiere ser sobre todo una invitación a pasar rato juntes (nongkrong en jerga indonesia de Yakarta), a compartir tiempo e ideas, a encontrarse y conocerse, a mantener conversaciones informales, a aprender y divertirse con otres.
Y para ello, hace falta que la experiencia sea lo más accesible posible. Una accesibilidad que superando lo normativo, es entendida como un proceso de aprendizaje continuo y de escucha activa, como una actitud para hacer efectivo el derecho a acceder y el deseo de que se acceda. Una accesibilidad pluriversal y multidimensional, que tiene que ver con lo físico, lo cognitivo, lo idiomático, lo económico, con los prejuicios y convenciones, con las prisas y las rutinas adquiridas. Tiene que ver con ascensores pero también con mediaciones, con lectura fácil y lenguaje claro pero también con ayudar a abrazar la complejidad. Tiene que ver con el intento de que se escuchen otras lenguas, más allá del alemán como idioma local y el inglés como lengua franca. Tiene que ver con las formas de registro y documentación que permitan seguir e incorporarse al proceso. Tiene que ver con la política de precios y con llevar actividades a espacios públicos, abiertos o de acceso gratuito. Tiene que ver con quiénes son invitades a crear, visitar o participar y los flujos entre estos roles. Tiene que ver con llegar a públicos que habitualmente no se sienten interpelados por este tipo de prácticas. Tiene que ver con distintos tipos de paseos para ayudar a adentrarse en la documenta, a través de historias, de la mano del equipo de sobat-sobat (amigues en indonesio). Tiene que ver con esos meydan (en urdu, farsi y árabe se refiere a un espacio común donde la gente se reúne), que en tres fines de semana a lo largo de los 100 días, han ofrecido un programa diverso, abierto y conectado con agentes de Kassel, para activar distintas obras y situaciones. Tiene que ver con un compromiso corresponsable por una documenta lo más libre de barreras que entre todes seamos capaces, sabiendo que es un reto inabarcable y desbordante. Tiene que ver con interrogarnos y problematizarnos sobre qué es la accesibilidad.
Un arte desafiante y pluriversal
Quien haya llegado hasta aquí, quizá pueda preguntarse “¿Pero y sobre el arte, qué?”. ruangrupa pidió a les miembros y artistas invitades a participar en el lumbung, que siguieran haciendo lo que ya estaban haciendo y tradujesen o adaptasen parte de su práctica al contexto de Kassel en el marco de la documenta 15. Y eso, claro que ha producido mucho arte. Cuantitativamente, tanto o más arte y más diversificado que nunca. Cualitativamente, el tiempo lo dirá (ahora, cada cual puede hacerse su lista con lo que más le haya gustado, interesado, interpelado, inspirado, movilizado…).
Sea como sea, ha podido disfrutarse de un arte desafiante y pluriversal. Un arte que está por todas partes y con distintas forma(to)s. Arte de todo tipo, del que habitualmente reconocemos como tal, pero también obras de arte que no se entienden dentro de la casilla arteARTE, sino que apelan a otras formas, culturas, discursos, ritmos, lógicas o relaciones. Obras que nos invitan a hacer con lo que tenemos y lo que sabemos (DIY), a sumar capacidades, a adaptarnos a las condiciones de producción y al marco contextual (DIWO). Obras que tratan sobre la composición formal y material de lo social, lo económico, lo cultural o lo político. Obras con fuertes componentes de artivismo y mediación. Obras que en su conjunto ofrecen una experiencia vinculada a una materialidad física, analógica, territorializada. Obras en las que priman las tecnologías blandas frente a las duras. Obras que en gran medida encarnan y son producto de procesos y trabajos colectivos. Obras que pueden ser proceso, pero también pieza, instalación, dispositivo. Obras que atienden su dimensión como registro, archivo y documento (en muchos casos este es su principal display). Obras acabadas e inacabadas, que se activan durante la exposición, no tanto en el lugar sino en la situación, que se completan en procesos abiertos y en encuentros, antes, durante y ojalá también después, apelando a una comunidad (aunque esta sea potencial, aunque sea temporal).
Rumiando preguntas para el después
documenta 15 se digiere lentamente. Parece más adecuada para rumiantes que para quienes estamos acostumbrades a deglutir aceleradamente, casi sin masticar. Es en sí misma una gran compostera en la que están fermentando todo tipo de ideas, experiencias, materiales, relaciones…
Conviene no tratar de consumirla completa o de manera canónica, sino intentar habitarla, disfrutarla, que nos atraviese, seguir degustándola al regreso, formar de algún modo parte de ella y que ella forme parte de nosotres. Esto es algo para lo que tenemos mucho que desaprender como espectadores y que el propio dispositivo documenta tampoco termina de poner fácil (por mucho que se pretenda, es difícil no sentirse visitante).
De algún modo, vista en su conjunto, por los tiempos que vivimos y por la propia estética que traslada, es inevitable no pensar en esta documenta 15 y en la comunidad lumbung, como en unes refugiades que se encuentran y conviven en una situación que tiene mucho de excepcional y provisional (con unas condiciones que pretenden ser propicias para ello durante un tiempo limitado). Y es inevitable no pensar en que tode refugiade, más allá de esa coyuntura desplazada, quiere volver a su casa, al contexto del que forma parte, sobre el que precisa-desea actuar, en el que está su familia, su comunidad, donde está arraigade y comprometide.
Teniendo esto en cuenta, desde su puesta en marcha como proceso, ruangrupa y el ekosistema lumbung que se ha ido articulando, se han comprometido no solo con el durante, sino también con el antes y el después de los 100 días de exposición-acontecimiento, buscando establecer relaciones duraderas. Además (o a la vez) del conjunto de propuestas incluidas en la exposición, como ya hemos visto, se está investigando de forma aplicada sobre nuevos modelos de sostenibilidad, de organización, de producción y distribución, tratando de ir más allá de algo que pueda reducirse a un ejercicio de estilo. En definitiva, un intento de proponer formas de solidaridad. Dos ejemplos muy distintos, incluso ambivalentes, pueden ayudarnos a entender esto con sus distintas capas y magnitudes: 1) ahora que el final de la exposición se aproxima, se ha activado una llamada abierta para la recogida y reutilización de materiales, en el marco de todo el trabajo que vienen haciendo con la red Initiativen für Materialkreisläufe (Iniciativas para Ciclos Materiales); y 2) la comunidad lumbung ha publicado una carta abierta en respuesta al Comité de Supervisión de Documenta, titulada We are angry, we are sad, we are tired, we are united, en la que, frente al mantenimiento y profundización en las acusaciones de antisemitismo, la comunidad lumbung rechaza la superioridad euro-germancéntrica a la que se está viendo sometida en los últimos meses, y se proclaman como iguales e interdependientes, deseantes de aprender, ayudarse y preocuparse unes de otres y afirman que “nuestro lumbung continúa mientras termina su Documenta, nuestra solidaridad continúa mientras vuestra superioridad, arrogancia y juegos de poder, acaban. A partir de ahora, en todas partes y durante muchos años, practicaremos nuestra retirada de documenta y construiremos sobre el lumbung”.
Sostener este tipo de compromisos, alrededor de un evento de estas dimensiones, resulta algo extremadamente complejo y lleno de contradicciones (no podemos evitar acordarnos de nuestros propios intentos-prototipos-fracasos —quizá el más similar por la ambición y envergadura, la Capital Cultural Europea Donostia 2016—). Pero es algo sobre lo que bien merece la pena seguir investigando, probando, aprendiendo, mejorando, juntándonos entre quienes si estamos deseoses de explorar y experimentar con todo aquello que el arte nos ofrece.
Así, el después se presenta como un verdadero reto, un reto para el que nos apuntamos algunas preguntas: ¿Qué puede el arte? ¿Puede ayudarnos a superar o cuando menos problematizar y visibilizar, binarismos, complejidades y conflictos? ¿Hasta qué punto quienes habitamos el norte, estamos dispuestes a escuchar, aprender, abrirnos a otras posibilidades, abrazar la diversidad, dejarnos afectar, reconocer el daño, renunciar a nuestros privilegios, descolonizar y descolonizarnos? ¿Qué quedará después de los 100 días de ese lumbung como granero común al que se han sumado recursos compartidos, de esa common pot a la que se han incorporado ingredientes y aprendizajes que alimentan el cambio, de esa fiesta en la que se ha celebrado lo colectivo a ritmo de karaoke, de esa compostera donde fermentan procesos y relaciones que podrían seguir nutriendo un ekositema inter-lokal? ¿Qué cosecha recogeremos de esta documenta 15? ¿Qué quedará en Kassel (en la institución documenta y en la ciudad)? ¿Cuál será su impacto sobre el sistema del arte, sobre la comunidad lumbung? ¿Cómo dar continuidad al ekosistema lumbung una vez que la maquinaria y los recursos institucionales se pongan al servicio de la Documenta 16? ¿Cómo sería un tipo de arraigo y compromiso deslocalizado, en tránsito, con una comunidad que es una diáspora? ¿Merece la pena poner atención en esto o es mejor confiar en lo que pueda brotar de las esporas que cada une nos llevamos adheridas de manera consciente o inconsciente? ¿Qué tiene que ver y cómo se traslada lo sucedido en esta documenta a lo que sucede en nuestras comunidades locales y el papel que el arte juega y podría jugar en ellas? ¿Cómo una multitud de artistas, des-artistas, “artistas”, ¿artistas?, ¡artistas!, junto a otro tipo de agentes, en equipos transdisciplinares, podemos federar voluntades para componer nuevas formas de vida en común?… ¿Lo experimentado en esta documenta 15 nos incita a sentir que algo puede acontecer?