Este viernes 19 de febrero hemos participado en las I Jornadas de Emprendimiento Juvenil y Consolidación Empresarial organizadas por DEMA y el Departamento de Empleo, Inclusión social e Igualdad de la Diputación de Bizkaia.
Es estimulante que una institución pública anime a pensar diferente y ser creativas; que promueva el emprendimiento positivo, con lo social partiendo como apellido, para matabolizarse en su adn. Y aquí en Bizkaia necesitamos muchos estímulos así, para romper con la castrante inercia imperante, hacer saltar el engranaje y que se multipliquen las posibilidades. Quitar la pátina de uniformidad y que resplandezca la diversidad. Desencadenar el emprendimiento (social) cooperativo, entendido como formas de impulsar el desarrollo de iniciativas ciudadanas comunitarias.
Poner las condiciones para que broten y se desarrollen iniciativas transformadoras, que no queden circunscritas a lo tradicionalmente entendido como social (sin ni mucho menos querer quitarles el gran valor que tienen), sino que se extiendan a todos los ámbitos de la vida, generando proyectos empresariales responsables y sostenibles, relacionados con las finanzas (éticas), las tecnologías (libres), las energías (renovables), el comercio (justo), la gestión de residuos, los cuidados y la vida saludable, la soberanía alimentaria, la reindustrialización inteligente…
Emprender de la ecoNOmía hacia la ecoSInuestra. Poner en el centro a las personas, sus necesidades y deseos. Replantear para ello los modos de (re)producción, gobernanza y propiedad que hasta ahora han sido imperantes; y que han sido en gran medida responsables de la profunda crisis (que se dice económica, pero que sobre todo es de valores) de la que parece no terminamos de salir. Una crisis que nos tiene inmersas en un clima de incertidumbre y complejidad, tan duro (por las injustas situaciones que provoca) como emocionante (por las expectativas de cambio que genera). Un momento manierista, un cambio de época, que conviene vivir sabiendo que no hay certezas, sin dogmatismos, de modo inclusivo, desde miradas poliédricas, sumando para multiplicar, en transición (aunque haya días que las circunstancias, lo que te hacen desear sea una buena fractura).
Releyendo las notas de la Jornada (nosotras estuvimos sólo en la del viernes), nos quedamos con Gladys Arriola encarnando el empoderamiento cooperativo. Patricia Aguirre recordando lo que cuesta que crezca un árbol. Charo Lorenzo diferenciando entre emprender y gerenciar, compartiendo la gran necesidad de federar competencias y complementarse. María Guijarro sabiendo atravesar en su mesa los ejes de igualdad, cooperación y diversidad. Verónica Aguado presentando las Lanzaderas de Empleo que acaban de aterrizar en Bizkaia, María José Tato explicitando que lo empresarial sigue siendo un coto de dominación masculina. Oscar Seco recordando que hacen falta alquimistas sociales que creen pócimas de código abierto, Javier Mariño planteando la red no como algo que se tiene, sino como algo que se es. Victor Maté introduciendo el necesario gen optimista y planteando escalas de grises. Virginia Imaz klownkluyendo con lo que nos pica. Y de lo que hemos contado nosotras, nos quedamos con tres ideas: 1) tu proyecto es tu comunidad; 2) abordar la emergencia desde lo emergente; y 3) tecnologías blandas para cambiar los cómos.
Sin ánimo de lucro, feminista y cuanto mejor, mejor
Pensando en cuestiones que han atravesado la Jornada, nos quedamos también con tres debates que nos parece fundamental desarrollar:
- El ánimo de lucro. Nuestra época está tristemente marcada por el Capitalismo. El dinero, que originariamente fue una herramienta de intercambio, es ya sólo un fin en si mismo, y su acumulación el objetivo central. Hemos naturalizado como razonable la búsqueda de una maximización de la ganancia, de un provecho, de una ventaja, de un superávit individual; frente al interés general o la utilidad pública. Hemos asimilado como normal la diferenciación entre el rendimiento del trabajo y el del capital. Las empresas han tergiversado su función, anteponiendo el dividendo al objeto social. Y las formas jurídicas para ello, adoptan sistemas de propiedad y de toma de decisiones, privativos, centralizados y jerárquicos. Por eso la cuestión de la forma no es baladí; y un emprendimiento (social) precisa desarrollar nuevas formas. Mientras tanto, podemos entender el ánimo de lucro como una atrofia del sistema, que esperamos desaparezca si la evolución hacia la ecoSInuestra progresa adecuadamente.
– - El mundo (empresarial) es heteropatriarcal. Los cambios de calado suponen pérdida de privilegios, redistribución de derechos, reconocimiento de una situación de desigualdad que no puede pasar más tiempo sin abordarse de forma radical. Las estructuras dominantes se resisten a ello. Por eso el feminismo es quizá el movimiento social más denostado, porque es el que mejor ha sabido atacar desde las micropolíticas los cimientos del sistema. El desnivelado reparto de la conciliación, los techos de cristal, las diferencias salariales, la falta de referentes y de presencia en espacios de representación, la deslegitimación de los ‘valores femeninos’. Las mujeres llevan años en una lucha propositiva de modelos y actitudes más flexibles, inclusivos, cooperativos y empáticos. Ya es hora de que los hombres entendamos que esa también es nuestra pelea. Y lo primero es desintoxicarnos, renegar del perverso estereotipo masculino, de ser fuertes, serios, poco sensibles, competitivos. Mientras tanto, vamos desarrollando programas de formación y acompañamiento para promover las capacidades emprendedores de forma colectiva como Juntas Emprendemos, dirigido de forma específica.de mujeres en situación de vulnerabilidad.
– - La dicotomía de emprender desde la necesidad o desde el deseo. Es inquietante que parece imponerse la idea de que se emprende más desde el malestar, para salir de una situación desfavorable, que cuanto peor, mejor. Nosotras no queremos compartir esa idea, sino que pensamos que cuanto mejor ¡MEJOR! Y para ello nos apoyamos en el caso del nacer que utilizó Virginia: ¿por qué con lo cómodo que se está en el útero nos lanzamos a nacer? ¿por qué abandonar ese cálido espacio de confort que nos acoge y atravesar esa grieta angosta en busca de lo desconocido? Quizá sólo sea la naturaleza. Quizá sea la convicción. Quizá que todas somos emprendedoras de nacimiento, pero no necesariamente empresarias.
Y terminamos respondiendo a la pregunta de Joseba Larrinaga, sobre si las instituciones deben poner el acento, apoyar más el emprendimiento (social). ¡SÍ! Es fundamental apoyar el emprendimiento (social), no como opción individual, sino como apuesta colectiva, como política de país (porque además, nuestra tasa de emprendimiento es bajísima, no ya sólo en cuanto a las cifras de creación de empresas que reflejan los informes, sino en lo que es más preocupante, el espíritu de iniciativa que se respira en el ambiente). Es preciso un emprendimiento co-responsable, mutualista, imbricado en la comunidad, entrelazado en redes interdependientes. Un emprendimiento que no se limite a lo laboral-profesional-económico, sino que se ensanche hacia la vida activa en todas sus vertientes (sociales, culturales, políticas). Una vida que merezca la alegría ser vivida, en la que no nos realicemos sólo desde el trabajo, sino desde muchas otras facetas.
Un emprendimiento que como decía Gloria Mugica al inicio de la Jornada, sea comenzar un camino, afrontar un reto, empezar a hacer algo que entraña esfuerzo y compromiso.
Una aventura transformadora, arriesgada y dificultosa, que quizá no puedas afrontar sola.
Pero recuerda ¡CON AMIGAS SÍ!
Y si vas a emprender este viaje… ¡DISFRUTALO!
P.D. Y que no nos engañen, la sostenibilidad es sexy (también en la vida en pareja).