Como una almeja proyectándose al futuro desde la ahoralidad

Por @Ricardo_AMASTE

Tratando de juntar algunas pistas que ayuden a continuar después de las II Jornadas de Políticas Públicas de eremuak. Escribí un primer post en caliente sobre la sesión del viernes, ahora, ordeno-comparto aquí las notas del sábado con un poquito más de distancia.

El sábado estuvo centrado en nuevas formas de institucionalización. Está bastante claro que los humanos tenemos graves problemas a la hora de organizarnos y relacionarnos, que las estructuras que hemos inventado para ello nunca han funcionado bien. Así que un tema interesante a abordar para-desde el arte.

Un arte contemporáneo atrapado en el ahora

Katya Sander introdujo dos temas interesantes: la idea de público y la de futuro, que interrelacionó abordando la necesidad de imaginarnos, de proyectarnos-situarnos-relacionarnos (en-con) ambos.

Para hablar de público(s) utilizó como referencia ‘Públicos y contrapublicos’ de Michael Warner. Habló de las fases en que se constituye un público (creo que utilizó una genealogía amplia, siempre como agente activo, ya sea como espectador, usuaria, testiga, productor, consumidor… -pero mucha gente entendió sus referencias de un modo mucho más centrada en una función contemplativa y/o subordinada-), de la ATENCIÓN como principal valor mercantil en el capitalismo cognitivo, y de su ciclo vital como tal: de un primer momento de atención, de renovar la atención y del momento en que se deja de atender. Y habló de cómo un público se articula como una respuesta puntual (en un tiempo y contexto determinado) y cómo una circulación continua es lo que genera una institución, una ¿comunidad? Quizá una práctica crítica alrededor de públicos y atención sea tratar de alterar los tiempos, los ciclos, no someternos completamente a la inmediatez que estamos naturalizando.

Para introducirnos en el futuro, Katya utilizó el texto de Bifo ‘El futurismo y la inversión del futuro’, utilizando la figura de la máquina como elemento con el que pasar del futuro moderno a un presente expandido en el que parece negársenos la posibilidad de futuro. No me resisto a transcribir algunas palabras de Bifo: “La bio-info máquina ya no es separable del cuerpo y la mente, porque ya no es una herramienta externa, sino un transformador interno del cuerpo y la mente, un potenciador lingüístico y cognitivo. Ahora, la nano-máquina está mutando el cerebro humano y la habilidad lingüística de producir y comunicar. La Máquina somos nosotros”, “En la era mecánica la máquina estaba en frente del cuerpo y cambiaba el comportamiento humano mejorando su potencia sin cambiar su estructura física. Cuando la máquina era externa, el Estado tenía que regular el cuerpo y usaba la ley para este propósito. Los agentes de la represión fueron usados para forzar a los organismos conscientes a someterse a ese ritmo sin rebelión. Ahora la dominación política está internalizada y es indistinguible de la máquina misma”… Leyendo esto me viene a la cabeza ‘TETSUO The Iron Man’, esa peli demasiado anticipatoria que terminaba con el grito “Nuestro amor podrá destruir todo este jodido mundo ¡HAGÁMOSLO!”

O simplemente esperemos a morir oxidad*s… Porque probablemente es cierto lo que dijo Katya sobre que el arte contemporáneo hoy, está atrapado en el ahora, incapaz de proyectarse al futuro. Porque mientras el arte moderno trataba sobre un posible futuro utópico (proyectable), nosotr*s hemos dejado de creer ciegamente en el progreso y vivimos conscientes de la distopía. En un tiempo que parece sin ideas, sin capacidad simbólica, donde la (falsa) promesa de futuro viene de Google, de Apple, de la industria aeronáutica, de los nuevos materiales; donde el mayor ejercicio de creatividad y placer estético en lo que va de siglo XXI han sido el capitalismo financiero y la caída de las Torres Gemelas; desde el arte (o quizá desde cualquier posición vital, sea en el ámbito que sea), parece que no podemos sino reaccionar, hacer un ejercicio de fontanería, de saneamiento y mantenimiento. Nuestro ejercicio más audaz es hackear y abrir todos los grifos, pero en realidad, probablemente sería necesario (al menos por un tiempo) desvincularnos, distanciarnos, no seguir su juego, situarnos en otro lado ¿pero dónde? ¿cómo? ¿Cómo abandonar la melancólica frustración? ¿cómo liberarnos de la fuerza centrífuga del presente para imaginar, descubrir, explorar, proyectarnos hacia futuros posibles?

Quizá un modo de salir del ahora sea prestar más atención al pasado, al archivo-memoria y/o en lugar de pensar en producir contramodelos, de enfrentarnos a, trabajar con elementos, discursos y procesos propios, activar la (auto)crítica, sin caer en el metalenguaje o la autoreferencialidad.

Una institución propia

Un ejemplo de que esto es posible fue la presentación de Idoia Zabaleta, tan clara como sugerente, llena de posibilidades desde la acción, proyectándonos a nuevos lugares llenos de conflictos personales y colectivos a los que enfrentarnos, gracias a eso que ella llamaba CTR Composición en Tiempo Real y que han estado practicando con Cláudia Dias en AZALA y/o dando el paso a pensarnos como institución, como institución propia, para lo que puede ser una buena lectura ‘Signatura, Informe, Institución’ de Pedro G. Romero. AZALA como una almeja, una cosa aun pequeña, de cuerpo blando, con caparazón, que filtra arena, separando nutrientes que capitaliza y elementos contaminantes (no puedo no pensar en Bob Esponja). Quizasidad, ahoralidad, ejercicios prácticos sobre la institución que quisiéramos ser. Re-parar, parar para reparar, hacer masa, calmar la ansiedad. Retroceder, ir al -1. No dar nada por hecho. Desactivar lo predeterminado. Reformular la pregunta, posponer la solución para mejorar el problema. Establecer un contrato por un futuro común. Tomar una posición y gerundizarla. Permanecer en la horizontal, permaculturalmente. Activar la ética de la suficiencia antes de pensar en la eficiencia. Tomar una com-posición y gerundizarla. Hacer durar las cosas, entre-tenernos. Activar el modo encuentro. Modos de accesibilidad (puertas, ventanas, mirillas, membrana, permeabilidad, porosidad, inclusión, exclusión). Modos de articulación (huesos, encimas, túneles, micorizas). Modos de distribución. Modos de jerarquización. La implicación de los modos. La ideología no está en lo que dices, sino en cómo lo haces. Cuidarse, cuidarnos, atender al detalle. Práctica histérica.

Histéricas con el tema del tiempo

La práctica histérica abre muchos caminos, uno de ellos nos lleva de nuevo a la gestión del tiempo. Volvemos al problema del tiempo. El tiempo ha sido un invitado recurrente de estas jornadas. En el propio dispositivo de presentaciones y en muchas de las intervenciones. Probablemente, la más evidente la presentación de Jeleton llena de intrahistorias sobre los tiempos personales y profesionales, los de la institución, los de los procesos; sobre la autogestión; sobre los pluriempleos y las redes de apoyo mutuo; sobre los peligros de las temporalidades impuestas y la necesidad de liberar tiempo antes que otros recursos. Sobre el arte que necesita y/o genera otra temporalidad (podría ser esta una de sus principales virtudes), pero cada vez lo hace de manera más apresurada. No dedicamos tiempo a lo importante. Cierro este punto recurriendo a otro fragmento del texto de Bifo “El ciberespacio es ilimitado y en proceso de continua expansión. El cibertiempo -el cual es la habilidad de la atención social para procesar información a tiempo-, es orgánico, cultural y emocional: por lo tanto, es cualquier cosa menos ilimitado”.

Comunidad(es) más allá del ‘aquí’

Y el último tema que nos ocupó en las jornadas: la idea de comunidad, de la que hablaron principalmente Itziar Okariz y Daniel Llaría. Me causa inquietud la facilidad con la que hablamos de comunidad en términos absolutos y cómo tomamos la parte por el todo; la confusión entre grupo afectivo, comunidad(es) y contexto o ecosistema; la ilusión de que la no-formalización crea fronteras más permeables. Quizá sea así, pero no señalar ciertas fronteras, no explicitar unas mínimas normas (que las hay), puede resultar más perverso, si todos los miembros (reconocidos, posibles, futuribles) no conocen estas fronteras, las reglas del juego, los criterios de inclusión-exclusión. La no-formalización -si no es abierta, inclusiva, permeable-, puede fácilmente perder sus virtudes y devenir en liberalismo, y si además se acompaña de una idea (a veces) entre cándida, reduccionista y excesivamente interpersonal del ‘aquí’, convertirse en algo tan simple como peligroso. Esto no significa que en las relaciones que establezcamos, lo principal no sean los afectos y la empatía, la habilidad para ir más allá de lo que dicen las palabras, seguir el flujo de las emociones y dejar espacio a la intersubjetividad.

Creo que habría mucha tela que cortar sobre esta cuestión, alrededor de eso que a veces se llama la ‘comunidad artística vasca’, muy apreciada (y mitificada) desde fuera, pero que sin dejar de tener muchas luces, también tiene muchas muchas sombras.

Preguntas que es mejor no hacerse

Y para terminar este ya probablemente demasiado largo post, unas apreciaciones sobre eremuak. Un dispositivo que se creó con la voluntad de ayudar a articular contexto, debería preguntarse: por qué no consigue verse en general más allá de como otro programa de becas o subvenciones; por qué no interpela-implica suficientemente a los agentes de ese contexto; por qué no consigue abrirse a ese contexto y permanece enquistado en los laberintos del meta-dispositivo; por qué siempre nos escudamos en los límites que nos marca la institución… Si no queremos que eremuak sea una propicia víctima de los recortes cada vez más evidentes y profundos, deberemos reivindicar colectivamente su pertinencia y sentido (algo que pocas veces hacemos). Y para ello es prioritario afrontar esas preguntas que parece es mejor no hacerse.

Otros post relacionados con eremuak:
> Sobre II Jornadas. 19 octubre 2012, Artium. O no lo entiendo o lo entiendo demasiado
> Sobre I Jornadas. 20 y 21 de enero de 2012, Artium, Sobre eremuak, arte, contexto y políticas públicas