De la economía de la cultura a una nueva cultura económica


Por @Ricardo_AMASTE

Esta semana participamos en las III Jornadas Fábricas de Creación – El valor de la cultura, en ZAWP Bilbao, que presentan un programa preñado y variado, tratando de hacernos reflexionar sobre la cultura, su función, su valor y la necesidad de (re)pensarnos como sector, si queremos contribuir a (re)pensar el mundo.

Nosotr*s intervenimos por la tarde, en una mesa redonda que tiene que ver con modelos y posibilidades de financiación para estos tiempos inciertos. Es curioso, pero como parece que no sabemos cómo enfrentarnos a un verdadero cambio de paradigma, seguimos centrando gran parte de nuestras conversaciones y esfuerzos alrededor del maldito dinero. Desviamos la atención, los árboles no nos dejan ver el bosque, porque no queremos oír hablar en la urgente reconversión del ‘sector cultural’, cuando hace sólo unos años, parecía que éste era un sector en alza.

Los cantos de sirena de la economización y mercantilización de la cultura nos han arrastrado por un mal camino, que con la crisis se ha convertido en un precipicio sin fondo. La perversa y engañosa pujanza mercantil está siendo arrasada por la honda expansiva de la explosión de toda la burbuja socio-político-económica, que está haciendo que se desmorone el modelo de ‘Estado del Bienestar’ al que en Europa nos habíamos mal-acostumbrado-acomodado.

Y es que no sólo nos han robado la cartera -que nunca dejo de estar medio vacía-, sino que sobre todo, hemos perdido posiciones y legitimidad social. La función pública de la cultura parece en franca decadencia, como en realidad parece estarlo todo lo público. La cultura está a punto de dejar de ser un derecho civil más, para ser principalmente una industria, un negocio, una parte más del mercado en su faceta más neoliberal. Un mercado inexistente o deficitario, si no es adoptando las formas más cercanas a la cultura de masas o del espectáculo y el ocio. Un mercado sometido al cortoplazismo, a lo cuantitativo, a lo instrumental y pragmático. En cualquier caso, un mercado desarticulado, precario y precarizante.

Incluso la controvertida Ley de Patrocinio y Mecenazgo parece un espejismo pendiente de un hilo; y no por un juicio crítico, sino por un recorte más (el Estado ya no puede permitirse desgravaciones fiscales en cultura, cuando necesita que los impuestos se dirijan a pagar los intereses del rescate). Una ley que con la promesa de insuflar caudal financiero en el medio cultural -respiración asistida que mantiene vivo al muerto para que no sueñe en (re)encarnarse en otra cosa-, promociona un maridaje público-privado que en realidad podría ser sobre todo una forma de descapitalizar (aun más) la posibilidad de inversión pública en cultura, para que el dinero siga estando en manos e intereses privados (desgravaciones derivadas a organizaciones propias, que no ejecutan sino programas dirigidos desde los departamentos de marketing).



Nuevas maneras de relacionarnos con/alrededor/desde la cultura

Así, el panorama no parece muy optimista. La cultura abocada al desastre sin que en realidad a casi nadie le importe, relegada en la pirámide de necesidades, neutralizada como medio transformador. Pero quizá por eso, este momento de deriva pueda ser el mejor para parar, mirar hacia el futuro a la vez que recuperamos ciertos valores, objetivos fundacionales, compromisos cívicos y políticos. Una parte importante de la sociedad está pidiendo cambios en la calle. Y es la oportunidad de sumarnos a su movimiento.

Pero si asumimos este apasionante reto, más allá de lamentos, meaculpas y además de justas reclamaciones, la cuestión primordial no es hablar de industrias creativas y economía de la cultura, de audiencias, de planes de marketing o mecenazgo, de consumo cultural, del problema de la ‘piratería’ (todo ello equívocos o cuestiones secundarias); sino que debemos imaginar, entender y dar el paso para cambiar la forma de organizarnos, de conceptualizar proyectos, de financiarlos, producirlos, distribuirlos y comunicarlos. Nuevas maneras de relacionarnos con/alrededor/desde la cultura, recuperando su función de desarrollo, vertebración y transformación social. Porque el I+D+i sociocultural es más necesario que nunca. Porque debemos (re)pensar el sentido de la cultura y de nuestras organizaciones hoy. En definitiva, crear las condiciones para que la cultura no sea un mero bien de consumo, sino uno de nuestros principales bienes comunes.

La semana pasada escribía un post sobre esto mismo más orientado al ‘sector social’: No tanto nuevos modelos de financiación como (¿nuevas?) maneras de relacionarnos, en el Colaboratorio de eldiario.es, a raiz del XII Congreso de Fundraising, organizado por la AEFR en Barcelona. Parte de este post es un corta-pega de aquel. Y es que probablemente, el quid de la cuestión es el mismo. Porque más allá o además de los fines (el ‘para qué’), cada vez es más importante el ‘cómo’: que nos comportemos de una manera abierta, desde una perspectiva P2P, más horizontal, transparente y distribuida.




El momento de la co-responsabilidad y la reciprocidad

Y es que no se trata tanto de pedir como de implicar. Explorar nuevas formas de generar proyectos económicamente sostenibles, alrededor de relaciones económicas más justas, hacia otra cultura económica. Pensar en gasto e inversión y no sólo en subvención y donación. Experiementar con otros modelos de propiedad, uso o participación. Tomarnos el tiempo para el desarrollo de procesos de colaboración, de generación de confianza y reconocimiento para poder trabajar juntas; potenciar la cooperación entre lo público, lo privado y la sociedad civil; federar intereses, articular redes solidarias y de ayuda mutua. Pero también, aprender a concretar, aterrizar, tangibilizar proyectos; proponer retos y soluciones desde nuestros valores; medir sus efectos cualitativos; ser más pedagógic*s, inclusiv*s, poros*s y ampliar nuestra base social, superando el elitismo de la ‘clase creativa’; y saber comunicar y explicitar la rentabilidad de la inversión en cultura y sus retornos (económicos, sociales, simbólicos…) para el conjunto de la sociedad.



En la mesa redonda, a modo de experimento práctico, expondremos algunas claves de nuestra recién nacida GoteoEuskadi (primer nodo local de la red social Goteo), como intento de generar una alternativa desde la que construir nuevas posibilidades de producción, desde la financiación colectiva y la colaboración distribuida. Una plataforma que apuesta por las relaciones co-responsables entre la sociedad civil, la administración pública y el entorno privado, a través de lo que hemos llamado ‘Capital Riego’, para proyectos que tengan un ADN abierto (alrededor del procomún, el conocimiento libre y la cultura abierta).

En definitiva, creemos que frente al colapso del Capitalismo, es el momento de la co-responsabilidad y la reciprocidad, de revitalizar las relaciones sociales. Quizá así, surgirán los necesarios recursos (económicos, vitales, materiales…) con los que hacer posibles iniciativas, coherentes en la forma y en el fondo, que (también) desde la cultura, nos ayuden a configurar nuevos imaginarios y alternativas prácticas para una vida que merezca la pena ser vivida.