ecosistema

Desde KARRASKAN seguimos dando pasos en torno a la innovación en cultura y cultura de la innovación. En los próximos meses, entre c2+i y ColaBoraBora vamos a realizar un análisis propositivo sobre el ecosistema cultural de Euskadi y la tipología diversa de agentes que lo componen, su forma, función y relaciones entre las partes; señalando también límites-barreras y oportunidades para la innovación de-desde la cultura, la creación y las denominadas Industrias Creativas y Culturales (ICC’s). Algo que también tiene mucho que ver con el último de los laboratorios en los que estamos colaborando cn el Ayuntamiento de Madrid, que se desarrolló en julio bajo el título “Acercamiento al ecosistema cultural institucional de Madrid”.

La cultura como factor clave de innovación

El reto, desarrollado con el apoyo del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, es contribuir a situar a la cultura y sus agentes (de manera directa y no subalterna), dentro del sistema de generación de conocimiento e innovación tecno-científico vasco (el Plan Vasco de Ciencia Tecnología e Innovación y la Red en que se sustenta) y del marco de reconociendo la I+D+i. Y hacerlo de manera alineada con la Estrategia de Especialización Enteligente RIS3 de la Comisión Europea, potenciando y resaltando la singularidad del tejido productivo de cada región, atendiendo la pluralidad y diversidad de sus contextos. Una estrategia para la que en Euskadi se identifican tres ‘Ámbitos de especialización’ (Biociencias-Salud, Energía y Fabricación avanzada) y cuatro ‘Territorios de oportunidad’ (Alimentación, Hábitat urbano, Ecosistemas y el que aquí nos ocupa, la Cultura).

Para entender mejor la estrategia del Gobierno Vasco en lo referente a lo cultural como territorio de oportunidad que nos sirve como punto de partida, conviene tener en cuenta los tres ámbitos de actuación que han identificado para el desarrollo de políticas de innovación: 1. Ámbito Cultural / Creación y Talento (apoyo a la producción de contenidos culturales, formación y atracción de talento creativo, promoción de la creación y de los creadores, difusión internacional del talento y la creación). 2. Ámbito Industrial / Empresas (creación de nuevas empresas innovadoras en las ICC’s, crecimiento e internacionalización de las existentes, atracción de empresas internacionales). 3. Ámbito Científico -Tecnológico / I+D+i (alinear la I+D+i de las ICC’s con su estrategia de desarrollo, identificación los proyectos de I+D+I con mayor potencial de generar actividad económica, empleo e internacionalización, transferencia de conocimiento que favorezca la creación de empresas de base tecnológica y crecimiento de las existentes).

A esto se une el proceso de redefinición estratégica del Cluster Audiovisual Eiken (que se está desarrollando en este momento dentro de la política de clusters del Gobierno Vasco 2015-2020), buscando la convergencia con otras asociaciones profesionales como Langune, La Asociación, EPE/APV y la propia KARRASKAN, hacia un Cluster de las Industrias Culturales y Creativas de Euskadi, y que aglutine también a otros agentes sectoriales e intersectoriales (diseño, videojuegos, moda, gastronomía, música, artes escénicas, arquitectura…), con el objetivo de lograr una mayor cohesión e integración del tejido productivo cultural en toda su diversidad. Un ejercicio de redefinición que lejos de ser un maquillaje, debe suponer un cambio profundo de los fines del actual cluster, de su entendimiento de lo cultural y de su modelo organizativo, pensándose más como federación capaz de representar y poner en valor la diversidad y complejidad del sector, que como espacio unificado y unívoco.

Nuestro objetivo es elaborar una herramienta de interpretación, que sirva de ayuda para que al hacer una aproximación al ámbito cultural desde los ámbitos de desarrollo económico y de innovación, se haga entendiendo el valor de la cultura, las características de su tejido y su potencia, en un sentido profundo, amplio y transversal. Una aproximación a lo cultural tanto como medio de cohesión social y generación de comunidad, como de renovación de los sistemas tecno-científico y productivo, así como sobre todo, como medio de generar nuevas subjetividades y espacios simbólicos desde los que imaginar colectivamente el futuro. Y además, atenuar posibles riesgos derivados de la aplicación de sesgos reduccionistas y/o estereotipados sobre lo cultural, ya sean economicistas, industrializantes, de instrumentalización subordinada hacia otros sectores, de supeditación a lo tecnológico o de concentración y uniformización del tejido.

De este modo esperamos favorecer una visión de la cultura y la creación, que de manera dialógica y transdisciplinar, se entienda como factor clave para la transformación social y el desarrollo de la innovación abierta (dentro del propio ámbito cultural y sus disciplinas y con otros ámbitos de actividad). Y situarnos más allá de la lógica imperante: no sólo para fabricar nuevos aparatos, sino también para propiciar cambios culturales y nuevos aprendizajes, modelos organizativos y productivos; no sólo en productos materiales e infraestructuras, sino también en procesos, metodologías y otros bienes intangibles; no sólo a través de tecnologías duras, sino también de tecnologías blandas y sobre todo, a través de colaboraciones y proyectos experimentales que propicien la hibridación y la interdependencia entre todo esto.

Completando y cruzando modelos

Como punto de partida -a parte de la experiencia situada, propia de muchos de los agentes que conformamos KARRASKAN, que nos movemos en los intersticios y periferias de las ICC’s-, tomamos el texto de Roberto Gómez de la Iglesia “Gestión creativa: ciudades y organizaciones creativas” en el Manual Atalaya. Apoyo a la gestión cultural, en el que se plantean muchas de las cuestiones sobre las que vamos a construir nuestro dispositivo de análisis.

Además, para nuestra herramienta de interpretación vamos a utilizar modelos de referencia internacional que poder completar y cruzar.

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> Matriz de círculos concéntricos

En primer lugar utilizaremos la matriz de círculos concéntricos del australiano David Throsby para la clasificación de las ICC’s. Específicamente usaremos la versión desarrollada en 2006 por las consultoras europeas KEA, Media Group y MKW en el informe “The economy of the Culture in Europe” y que ya se está utilizando desde el grupo de pilotaje del Gobierno Vasco del RIS3. Un esquema tipo diana, que en el circulo interior, sitúa las Artes y el Patrimonio (y las prácticas y servicios ligados a estos ámbitos), como core generativo del sistema -ya que sin creación no hay posibilidad de desarrollo del resto de círculos-; en un segundo círculo coloca las Industrias Culturales, que incluyen aquellos ámbitos de reproducción, distribución y consumo masivo de contenidos o producciones culturales (audiovisual, música, editorial, moda, videojuegos o medios de comunicación); en un tercer círculo se sitúan las Industrias Creativas de carácter aplicado (diseño, arquitectura o publicidad); y un cuarto círculo que recoge toda una serie de ámbitos relacionados (educación, turismo, software y hardware, industrias auxiliares y de soporte a lo cultural).

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> Clasificación de la UNCTAD

De forma similar se articula la Clasificación de las ICC de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) en su informe de 2010 “Economía Creativa”, que plantea cuatro niveles interrelacionados: el Patrimonio (tanto material como inmaterial, desde yacimientos, museos o archivos, hasta saberes populares, folklore o celebraciones), las Artes (plásticas, visuales, de la palabra, escénicas y performativas), los Medios de Producción y Distribución (edición y medios impresos, audiovisuales y los denominados nuevos medios o transmedia) y los Servicios Creativos de carácter funcional o aplicado (educación, diseño, arquitectura, publicidad, educación, turismo y otros servicios culturales).

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> Ámbitos de enfoque creativo

Desde otro punto de vista nos fijaremos en los ámbitos de enfoque de políticas de impulso creativo del territorio (Roberto Gomez de la Iglesia, 2010), poniendo la atención en los sujetos creativos y su ámbito de actuación desde un punto de vista multi-transdiciplinar. Un circulo que se retroalimenta, desde la Creatividad de base para la vida (la cultura, la creación, la imaginación en cualquier ámbito social) a Personas Creativas (formadas en competencias tanto genéricas como específicas), Organizaciones en torno a la creatividad (como valor intangible y transversal de base), Industrias que explotan la creatividad (a través de productos y servicios derivados), Capacidades creativas en otras organizaciones (no consideradas habitualmente dentro de los sectores creativos, donde la creatividad funciona como base de innovación organizativa y productiva) y Capacidades creativas sociales (innovación social). Un círculo virtuoso en el que una sociedad compuesta por personas más cultas y creativas, demanda y genera una sociedad más creativa e innovadora.

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> Agenda 21 de la Cultura

La Agenda 21 de la Cultura se concreta en un documento de referencia para la elaboración de políticas culturales locales, elaborado en marzo de 2015 en Bilbao en el Foro de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU). Se basa en la interrelación de los principios de la diversidad cultural, los derechos humanos, el diálogo intercultural, la democracia participativa, la sostenibilidad y la paz. Estos principios se representan en un nonágono para el análisis de la cultura local compuesto por los siguientes ejes: Derechos culturales, Patrimonio, diversidad y creatividad, Cultura y educación, Cultura y medio ambiente, Cultura y economía, Cultura, equidad e inclusión social, Cultura, planificación urbana y espacio público, Cultura, información y conocimiento y Gobernanza de la cultura.

Algunas cuestiones que sobrevolarán el análisis

  • La necesidad-tendencia a hacer mapeos, cajones disciplinares y compartimentar las prácticas, es algo que sirve de ayuda y cumple los objetivos de quienes viven de clasificar, pero no de quienes tienen la función de crear. ¿Cómo hacer que el mapa aporte valor tanto a quién mapea como a quién es mapeado? ¿qué principios debería seguir? ¿para qué debería servir? ¿cómo se podría (re)utilizar y completar?
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  • Más que estructuras que traten de fijar un patrón, con una arquitectura de la información cerrada, precisamos dispositivos abiertos de percepción del entorno, de escucha, de recepción y amplificación.
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  • La propia terminología de Industrias Culturales y Creativas resulta muy problemática, tanto por lo que supone como tendencia hegemónica internacional, como por el entendimiento de lo ‘industrial’ que se da en Euskadi, desde lo ingenieril y maquínico de forma predominante y condicionante (es necesaria una desambiguación del término y un acuerdo con el tejido cultural sobre su uso).
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  • La diversidad y heterogeneidad de lo cultural (que le es consustancial) hace que el acercamiento a lo sectorial-profesional resulte complejo. Es preciso abordar esa complejidad, atendiendo a factores como: origen y valores; ámbito(s) de actuación; tipología de contenidos, productos y actividades; modelo organizativo, productivo y económico; posición en la cadena de valor; distintos efectos, impactos, retornos; etc.
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  • En un ecosistema equilibrado todas las tipologías de agentes tienen su relevancia, son necesarias, cumplen una función. Entender las funciones y sus relaciones es fundamental desde un punto de vista de ecología cultural. Buscar el equilibrio entre (o el espacio para) lo establecido y lo emergente, lo central y lo periférico, el top down y el bottom up. O por el contrario, ¿hacer apuestas concretas? Y si es así ¿desde dónde fijar esa apuesta? ¿en base a qué criterios? ¿a qué intereses?
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  • Promover la interrelación entre el territorio de oportunidad de las ICC’s con el resto de ámbitos de especialización y territorios de oportunidad, desde relaciones equilibradas y abiertas a la experimentación.
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  • En general, las líneas de actuación identificadas en la RIS3 vasca son en prácticamente todos los casos de carácter muy aplicado (queda poco espacio para la investigación pura) y muy ligadas a lo material y las tecnologías duras (lo ligado a las tecnologías blandas queda reducido a la mínima expresión). Probablemente en el territorio de las ICC’s es donde las líneas de actuación están aún menos aterrizadas, lo que supone una oportunidad para intervenir y afectar en su definición.
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  • Específicamente, dentro de las apuestas de la RIS3 en lo referido a las ICC’s hay una peligrosa inclinación hacia los sectores-disciplinas tradicionalmente entendidos como industria y de perfil tecnologico(zable), sin contemplarse la inversión en I+D+i en los ámbitos de investigación más básica (las artes, el diseño especulativo y otras prácticas interdisciplinares experimentales), que son los que pueden generar transferencia más disruptiva hacia otros ámbitos.
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  • Abordar lo disciplinar con mirada amplia, no tanto desde sus técnicas (en continua mutación) sino desde sus funciones, siendo conscientes que muchas veces estas funciones se abordan desde el mix de distintas técnicas. Así por ejemplo, no pensar en el arte como pintura, escultura, vídeo, fotografía, performance…, sino como un medio para trabajar y componer con formas, lenguajes, materiales y relaciones, produciendo nuevos relatos, representaciones, espacios simbólicos y subjetividades. Del mismo modo, el diseño no debe ser reducido a gráfico, industrial, de interiores…, sino ser entendido como un sistema holístico de búsqueda de soluciones prácticas a cualquier necesidad, a través de la creatividad aplicada en procesos, productos, entornos o servicios.
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  • La cuestión de la dimensión es determinante a la hora de abordar políticas de innovación cultural. El tejido está muy atomizado y eso genera complejidad (un dato: en España el 98% de las organizaciones culturales son micro -menos de tres personas- y suponen el 95% del empleo total). Ya sea para transformar esta situación o para ponerla en valor, es preciso trabajar a partir de ella. Pensar, más allá de en el tamaño de forma directa (y en la idea recurrente de crecimiento y concentración), en la capacidad de agencia y en el fortalecimiento de la red y las formas de colaboración (entre agentes de un mismo tipo y agentes de naturaleza diversa).
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  • Frente a la posibilidad de vivir plenamente (de manera inconmensurable), cada vez más, todo está medido, cuantificado. Podemos seguir resistiéndonos a ser medidas y/o tratar de afectar al sistema de medición para que se ajuste a lo que tiene que medir y no al contrario. Para eso es necesario trabajar en el diseño e implementación de sistemas de indicadores y de evaluación acordes a la realidad y tipología de las iniciativas de innovación desde la cultura. Desarrollar la idea de valor más allá de la generación de economía y empleo (planteándonos además qué tipo de economía y empleo, desde un enfoque de triple balance). Definir adecuadamente el significado de criterios de valoración -como el nivel de innovación, colaboración o retorno social-, que empiezan a estar presentes, pero de manera muy laxa. Establecer criterios relacionados de manera prioritaria con el propio carácter cultural de los proyectos. Y no confundir la idea de ‘orientación a resultados’ con ‘orientación a mercado’.

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Para aprender a cocinar hay que romper algunos huevos

Para pensar sobre innovación y cultura en Euskadi, además de mirar hacia las universidades o los centros tecnológicos, podemos mirar en primer lugar (por ejemplo hacia experiencias como fue la de Arteleku que parecen olvidadas… pero no nos pongamos nostálgicos)… Mirar hacia las cocinas, hacia la gastronomía. Porque en Euskadi la gastronómica es CULTURA y juega un papel muy importante en nuestras vidas. Está en el sustrato social.

Los restaurantes con estrellas son la punta del iceberg, pero forman parte de toda una cadena de sentido, de un ecosistema que los hace posibles, en el que conviven la comida casera, el producto local, las sociedades gastronómicas, los pintxos, los menús del día de calidad, la soberanía alimentaria, las escuelas de hostelería, los concursos en fiestas populares… Ingredientes, procedimientos, compartir recetas, conjugar tradición e innovación, cocinar y comer, comer como algo que más allá de lo alimenticio, es además experiencia estética, sensitiva, relacional.

La cocina se ha desarrollado en las últimas décadas como sector profesional innovador de referencia. Y lo ha hecho desde su propia lógica, sin seguir patrones estandarizados: con un I+D artesano y compartido; sofisticándose en lugar de industrializarse; sabiendo integrar a toda la cadena de valor de manera holística y abriendo nuevas líneas de negocio colaterales; sin que internacionalizarse signifique necesariamente exportar, sino pertenecer a un red y que la gente desee venir a trabajar o a comer a tu restaurante desde cualquier parte del mundo. Desde el arranque de algunas posiciones tan pioneras y disruptivas como generosas, como la de Juan Mari Arzak, que supieron ver que la clave estaba no en las geniales individualidades, sino en el tejido, en ser red, en perseverar desde la potencia de la comunidad y la inteligencia colectiva. Con el ricorico de Argiñano, el queso Idiazabal, el Basque Cullinary Center, la Cocina de Guerrilla, el sindicato EHNE o Azti…

Así, el ejemplo de la gastronomía, como caso de éxito reconocido, con una trayectoria que nos permite hacer una reflexión con perspectiva, puede sernos de gran ayuda. Un sector al que si se le puede poner algún pero, es el de su masculinización en lo productivo (como a tantos otros sectores, pero aquí quizá de manera más cruda, porque se sustenta sobre un saber y un hacer que en lo reproductivo, en lo doméstico, ha sido patrimonio impuesto a las mujeres). Un sector en el que también está pendiente la revolución feminista.

Y terminamos con dos textos en los que se habla de innovación, laboratorios y cocinas: “La cocina frente al laboratorio” de Antonio Lafuente y “¿Lab es todo?” de Ramón Sanguesa.

ON EGIN!