Todo cambia, todo se transforma. Las instituciones, que funcionan como administradoras y gestoras de lo público, también deben hacerlo. Lo intentan. A veces podría parecer que no, que todo es un bucle. Pero lo hacen. Están en transición. Se enfrentan a mucha incertidumbre, a miedos, a inercias. Necesitan catalizadores del cambio. Necesitan espacios de encuentro, reflexión y reparación. Y probablemente eso ha sido Bherria. Y probablemente por eso ha funcionado ¿funcionado? “funcionado” ¡FUNCIONADO!
Un proyecto cuyo nombre es un neologismo, un juego de palabras en euskera entre nuevo-berria y pueblo-herria. Un proyecto que propone “Un ágora para una nueva ciudadanía”. Un proyecto que, tirando del hilo del voluntariado, metamorfoseado en una idea más amplia de iniciativa ciudadana, se ha convertido en un conversatorio sobre innovación pública, que bien podría derivar en una comunidad de práctica y un laboratorio en el que prototipar y testar nuevas formas de institucionalidad.
Un proyecto que, con el objetivo de contribuir a extender en la sociedad el virus de la participación, ha puesto el foco en trabajar con técnicas y políticas municipales, relacionadas con ámbitos como participación, acción social, juventud… Esas personas que están en primera linea, en contacto más directo con la ciudadanía, que capilarizan la institución, que trabajan entre los entres, cerca de las membranas, de los puentes, de los lugares y situaciones emergentes donde se entretejen nuevas relaciones y posibilidades entre lo social y lo público. Y ahí Bherria se ha descubierto como necesario ¿necesario? “necesario” ¡NECESARIO!
Un proyecto de sensaciones, de procesos, de complicidades, de compromisos, de intrahistorias y microrrelatos. Un proyecto que representa, encarna y habita esas otras maneras de hacer de las que habla. Una vez más, el qué a través del cómo. Un proyecto en el que la producción de subjetividad, lo simbólico y lo cultural, desde el principio han tenido mucha importancia, tanto en las formas, como en los lenguajes o las experiencias que se han visitado (Hirikilabs,Wikitoki, ZAWP). Un proyecto que sabe que los verdaderos cambios son cambios culturales. Cambios de mentalidad que, como nos cantó Mursego en Borobila, tienen que ver con transiciones entre cuadrados y círculos. Entre lo macro y lo micro, de la cuadratura del círculo a la circulatura del cuadrado. Dándole vueltas.
Un proyecto del que -fruto de las conversaciones, aprendizajes y experiencias-, han quedado rastros, pistas que poder seguir. Algunas tienen forma de píldoras audiovisuales, otras han ido quedando como un caminito de migas de pan en el blog. Y otras se han configurado como un decálogo de Claves para la colaboración público-social y la promoción de la ciudadanía activa y el voluntariado desde las administraciones públicas en una sociedad conectada.
- Abrir las puertas y seguir conversando.
- Proceso, interacción e incertidumbre. “Ez gera bi. Gera gehiago”.
- La botella medio llena. Trabajar desde las potencias.
- Innovación vintage. Lo nuevo y lo viejo.
- Tecnologías para maximizar las posibilidades de interacción social.
- Herramientas ajustadas a nuestras realidades.
- Escuchar, ganar confianza y construir relato.
- Procedimiento al servicio: garantía y experimentación.
- Tiempos para participar. El cuidado y la pedagogía.
- Somos islas formando un archipiélago.
Un decálogo que bien podría servir como checklist que comprobar para continuar la aventura que es Bherria. Una aventura con mucho futuro, que requiere tiempo. Ese tiempo que todas decimos que no tenemos, pero que seguro ahí está si queremos encontrarlo. Un tiempo que debemos tomarnos y que podemos invocar con esta canción.