El futuro es la consecuencia de la proyección de un conjunto de eventos del espacio-tiempo. Una conjetura que puede ser teorizada, calculada, anticipada, pronosticada, especulada… a partir de una serie de datos, en un instante concreto.
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La futurología es la ciencia, arte y práctica de predecir acontecimientos, a partir de la combinación de estos datos, con distintas visiones del mundo y mitos subyacentes.Todo proceso de creación o diseño es un ejercicio de especulación sobre el futuro; de pronosticar situaciones desconocidas, poniendo en juego distintos niveles de riesgo e incertidumbre, de disrupción y distancia temporal.
El futurista Stuart Candy, basándose en las ideas de Trevor Hancock y Clement Bezold, propone un diagrama cónico para explicar esto, representando el tiempo como un ecosistema especulativo, en el que el futuro puede ser probable, plausible, preferente o posible.
- Futuro Probable, que engloba aquello que probablemente sucederá y se basa en la observación y evaluación de la situación del presente.
– - Futuro Plausible, que engloba aquello que podría llegar a suceder, pero limitado por aquello que tiene sentido en el presente actual. Es el resultado de combinar el análisis de alternativas sociales, económicas y políticas, con un conjunto de tendencias colectivas o escenarios de prospección.
– - Futuro Preferible, que se encuentra entre el Probable y el Pausible, y engloba aquello que queremos que suceda. Se le llama también “futuro prescriptivo”, y es el tipo de futuro desarrollado habitualmente en sus planificaciones por gran parte de corporaciones y gobiernos.
– - Futuro Posible, que engloba aquello que puede llegar a suceder, sin importar lo improbable que pueda llegar a ser. Un futuro que puede desencadenarse gracias a eventos inesperados, con baja probabilidad de ocurrir, pero que cuando llegan a suceder producen un alto impacto en el futuro a largo plazo.
Alrededor de este futuro posible y de la generación consciente o inconsciente de eventos inesperados -que sirvan como provocativos disparadores, que nos proyecten hacia el horizonte de lo irreal-, es donde se debe situar el marco de actuación de las artes y la cultura, del diseño y las ciencias especulativas.
Porque en una sociedad demasiado pegada al presente, a la innovación aplicada e incremental, a la continuación mecánica de lo que hay, al cortoplacista rendimiento inmediato… precisamos estímulos que nos saquen del carril impuesto, para no dejarnos atrapar por lo probable, para superar lo evidente, e ir más allá de la lógica predominante de design thinking, demasiado atada a la realidad preexistente.
Necesitamos ponernos a imaginar, a especular, a crear. Necesitamos sorpresas, revoluciones, accidentes, casualidades, descubrimientos fortuitos. Necesitamos imaginación y fantasía, poética y ficción, para hacernos otras preguntas o hacérnoslas de otra manera.
Necesitamos nuevos relatos, como esos que nos llevan de la Odisea de Ulises, al cibernético neuromante de William Gibson, pasando por las 20.000 leguas de viaje submarino de Verne. De la isla Utopia de Tomás Moro, al mundo tras el pico del petroleo de MadMax, pasando por la sociedad-control orwelliana. Del Frankenstein de Mary Shelley, como moderno Prometeo, al Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, pasando por la metáfora del robot de Karel Capek.
Porque más que otro sinfín de ingeniosos utensilios, instrumentos o procedimientos; necesitamos artefactos simbólicos que permitan detonar la realidad, para tras ella, encontrar supuestos escondidos, futuros habitados por nuevas subjetividades.
Más que productivistas Industrias Creativas, necesitamos metáforas reproductivas, que no solo nos ayuden a interpretar y representar nuestro tiempo, sino también a soñar el futuro.
“La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo”
Albert Einstein, en una entrevista al The Saturday Evening Post en 1926
“El futuro será feminista o no será”
Eva, al ser expulsada del Paraiso
Texto para la introducción de la jornada #FuturosCercanos, organizada por KARRASKAN en Artium, Gasteiz, el 29 de noviembre de 2016.
De todas la referencias masticadas para elaborar este texto, no queremos dejar de citar la fuente principal que ha sido el capítulo ‘9. TEORÍA: Diseño Especulativo’ publicado por Artefacto. Casi todo ya estaba ahí
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Transcribo aquí, por colocar la conversación en su sitio adecuado, mi respuesta a tu comentario en mi post:
He leido tu artículo sobre los distintos futuros. Pregunto: ¿cómo esperas “provocar” un futuro (“posible”, según Candy) en base a “eventos inesperados”, y para colmo, de “baja probabilidad”?
Perdona, Richi, pero el azar no se gestiona, y yo quiero gestionar e incidir con acciones deliberadas. Si tengo que elegir, ya ves, me apunto al “futuro preferible”, aunque después se consiga otra cosa, mejor o peor.
Hay mucho oximoron contenido en el concepto de “futuro posible”. No puedes “generar eventos inesperados” sin esperar que puedas dispararte un pie, o los dos. No hay actuación con impacto que ignore la realidad preexistente. En las artes sí, en la transformación política no.
En mi humilde opinión ves la imaginación, que siempre es necesaria, de un modo demasiado aislado del “realismo”. Soy partidario de combinarlos, de ir y venir, de entremezclarlos. Es la tipica iteración entre procesos divergentes y convergentes. Tú “diverges” todo lo que quieras desde la imaginación, pero después vas a tener que aterrizar aquello, o sea, “converger” de algún modo con la realidad, porque si no, ya me contarás el impacto transformador que vas a tener. Por eso quizás haga falta en estos procesos que se combinen tíos como tú y como yo, que defendemos (al parecer) escuelas diferentes 🙂
Por cierto, y mis disculpas a Einstein, pero la imaginación NO ES más importante que el conocimiento. Otro mito de los que circulan por ahí: ¿Por qué uno es más importante que el otro, si los dos se necesitan? Hay muchas respuestas que se encuentran en el conocimiento, aunque no terminen allí.
Por terminar. Sé que me ves demasiado realista. Es verdad. Una razon puede ser que, entre otras cosas, ando un poco cansado de que sigamos construyendo teoría bonita, que encaja en nuestra florida (y buenista) imaginación, mientras “los otros” funcionen bien organizados, con estrategia, orden, estructura, pragmatismo, y gracias a eso, siguen instalados cómodamente en el poder. Lo estamos viendo un día sí, y otro también, ¿no te parece una evidencia suficiente?
Aupa Amalio.
En este hilo de conversación que nos traemos, que comenzó en tu texto ( http://www.amaliorey.com/2016/11/19/que-puede-hacer-el-diseno-por-la-democracia-post-517/ ) y ahora se traslada aquí, hay una idea-sensación que defiendes de manera tajante que me parece ¿peligrosa?, porque además, es bastante recurrente. Es esa de que las cosas en pequeño y para gente acostumbrada o amante de lo extraño, pueden ser de una manera, pero que si queremos escalar, ir a lo masivo, a lo general, si queremos tener verdadero efecto, jugar en serio, las cosas deben ser de otra manera, mucho más ordenadas, procedimentales.
Una tesis que dice que en lo macro difícilmente caben los cuidados porque es complejo tenerlos en cuenta e implementarlos; que aunque defiende las inteligencias múltiples las minoriza y/o fuerza a plegarse a mecanismos en los que unas inteligencias determinadas son ya preponderantes porque son desde las que se han diseñado los dispositivos; que sitúa el arte, la poética, lo simbólico como algo muy sugerente, pero que no sirve para transformar efectivamente la realidad; o que tolera e integra ciertas dosis de caos y desorden, si se trata de un caos controlable, implícitamente ordenado y que resulta productivo.
Al final, para defender tu modelo utilizas como pantalla frases o calificativos que deslegitiman al otro, como: “Cuando digo esto, no suele gustar a Frikilandia”, “lírica utópica”, “consignas voluntaristas”… situándote a ti mismo en el lado del rigor y lo socialmente útil y al otro en posiciones de masturbatoria autocomplacencia. El autoproclamado como efectivo método científico, frente a la bienintencionada subjetiva paja mental Reduces la imaginación, la creación, la creatividad a algo “divertido, glamoroso, excitante”, insuficiente para fines superiores como por ejemplo “generar bienestar y construir una sociedad más justa”, para los que, si somos personas sensatas, deben imperar “dosis importantes de realismo”.
Bajo mi punto de vista, las artes o la imaginación no son un estado de excepción o un entorno paralelo en el que aislarse. Como te decía en una de las respuestas, no se trata de “saltar por los aires” el sistema EN la imaginación, sino de hacerlo “saltar por los aires” CON la imaginación. La imaginación no como refugio (que a veces también conviene que lo sea, para recuperarse y coger fuerzas), sino como instrumento lleno de posibilidades y potencias. Tu dices que “especular lo hace cualquiera” y que “hay mucho artista de la especulación”. Pero yo la verdad es que lo que percibo como hegemónico es más bien lo contrario, un mundo de ordenes, protocolos, indicadores, de planes estratégicos y acciones supuestamente aplicadas. Lo veo por ejemplo claramente en el modelo educativo que se está imponiendo (y la educación es desde donde se configura en gran medida el mundo futuro). Una educación casi completamente orientada a ser empleadas (en trabajos que por otra parte, ya no existen).
Llegados aquí, entiendo que estamos en la típica encrucijada en la que compartiendo el fin, no compartimos la estrategia. Yo no me voy a poner maximalista, y creo que lo interesante es la suma y el cruce de posibilidades, porque tampoco tenemos certezas de cual es la mejor vía para conseguir cambiar el sistema, y tampoco las tenemos sobre cómo sería el nuevo sistema que proponemos ¿un sistema? ¿infinidad de ellos?
Estoy de acuerdo en que la imaginación no es más importante que el conocimiento; y entiendo que Einstein utilizaba esta frase para provocar, del mismo modo que lo he hecho yo, para lanzar una alerta, para despertar un malestar. Porque vivimos en un mundo en el que la posibilidad de imaginar nos está siendo arrebatada. La potencia transformadora es la combinación de imaginación y conocimiento, a veces juntos, a veces por separado, siempre en pos de un objetivo común. Para que esa suma multiplicadora pueda darse, son necesarios los dos componentes; y ahora mismo, el que está en peligro de extinción es la imaginación (no negaré que el verdadero conocimiento también está amenazado, siendo suplantado).
Bajo mi punto de vista, en este proceso de negociación o reconocimiento mutuo de estrategias, si el dispositivo de intervención que propones, para ser eficiente, no puede incluir cuidados y afectos macro y micro, inteligencias no homologadas y artefactos simbólicos posibilitadores de nuevos relatos; creo que es un dispositivo que tiene probabilidades muy altas de no sólo no funcionar para lo que pretendes(mos); sino que además, puede llegar a ser contrarevolucionario, por funcionar como inhibidor de potencias. Creo que el dispositivo, tiene no sólo que perseguir un fin (los qués), sino ejemplificarlo en si mismo (los cómos), como sucede por ejemplo con el software libre y sus 4 libertades. Qués y cómos de la mano. Y si hacen falta estructuras para lo macro, no tienen por qué ser estructuras necesariamente macro y desde luego, no creo que sean las que ahora conocemos.
Y luego está todo el tema del orden, el azar, lo probable. Como bien dices, el azar no se gestiona, simplemente se está (o no) abierto al azar, lo improbable, lo invisible, lo inesperado… Gran parte de nuestro trabajo consiste en poner las condiciones para que tenga cauce de posibilidad aquello que parece imposible, que es muy poco probable. Y creo que eso se consigue más desde el habitar que desde el gobernar (como dice Amador Fernández Savater en uno de mis textos favoritos de últimamente: ‘Del paradigma del gobierno al paradigma del habitar: por un cambio de cultura política’ https://www.tecnologiasblandas.cc/2016/06/25/del-paradigma-del-gobierno-al-paradigma-del-habitar/ ). Atreverse a habitar. Atreverse a habitar el terreno de lo improbable y hacerlo practicándolo en lo cotidiano.
Para ir terminando, entiendo que tu por tu lado tienes miedo de lo contrario, de que los dispositivos más especulativos se queden en las nubes y no terminen de aterrizar de ningún modo; lo que también puede resultar frustrante y contraproducente por generar ilusiones equívocas, falsas expectativas.
Quizá de tu miedo a lo excesivamente desordenado, especulativo y utopista, y de mi miedo a lo excesivamente planificado, sistematizado y previsible, debamos ver como extraer el miedo, para sentirnos más libres y desprejuiciados. Y así, tratar de encontrar la justa medida.
Pingback: Cultura, (post)crisis y los futuros probables, preferibles, plausibles y posibles… – cambiando de tercio
Aupa, Richi:
Jjjj…no siento ese miedo que dices. No hay miedo. Creo que «la solucion» este probablemente en algun punto del hilo que podriamos trazar entre tu tesis y la mia. Creo en la imaginacion. Pero no siento ningun complejo al reconocerme realista. Igual es la edad, o lo mucho que he vivido, que es casi lo mismo. Si crees que soy conservador por decir lo que digo, puedo comprenderlo. No se si tienes razon. El tiempo lo dira. Quizas todo esto sea un falso dilema, y en vez de un «o» haya un «y». Bueno, estoy de vacaciones y tu largo comentario merece una respuesta mas reflexiva. Cuando regrese busco un hueco y te digo. Un abrazo
Hola, Richi: Habrás visto que ya publiqué una respuesta comentada a tu post y el hilo de conversación. Gracias por haberme dado tantas pistas interesantes. Aquí dejo el enlace: http://www.amaliorey.com/2016/12/16/de-la-imaginacion-a-la-accion-lo-macro-lo-micro-el-caos-y-el-desorden-post-520/
Por añadir una línea de fuga: «depende». ¿A qué me refiero? A que hoy en día puede que no necesitemos una única manera para avanzar hacia un progreso real donde incluyamos al mayor número de personas posible. Eso sí, da mucho respeto el «oficialismo» en el que vivimos donde el bombardeo mediático y su redifusión masiva nos coloca unas gafas que la mayor parte de las veces ni sabemos que llevamos puestas. Así, desde esta lógica de situaciones diversas y complejas a modificar, parece evidente que hay que usar estrategias diferentes.
Cierto que ciertas referencias «de fondo» nos hacen falta. Y ahí no me apeo del burro: lo pequeño es hermoso, la línea recta no es casi nunca la mejor opción, el consenso debe surgir de aceptar la diferencia, el desorden y el orden son solo dos partes del mismo asunto… Dicho lo cual, a veces hay que tejer más red desde lo micro, otras hay que instrumentalizar a algún agente ya constituido para que nos permite ganar alcance, otras hay que enrocarse en la ilógica, a veces hay que conseguir que no haya otra manera de hacer las cosas y así una y otra vez. Me parece mucho más divertido y sugerente pensar que cada situación requiere un plan diferente.
Aupa Julen.
Si, seamos contextuales, situadas.
Sin renunciar a los posibles, sin dejar de afrontar la cuestión de la escala, sin olvidar ciertos fundamentos de equidad, justicia y democracia.
Es más divertido y más efectivo.
¡Nos vemos en el 17!